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Nadie

Millones, muchos, de personas hemos vivido engañados durante meses y meses. Todos estábamos convencidos de que el primero de octubre de 2017 los secesionistas catalanes habían montado un referéndum ilegal para justificar su independencia. Es más, durante semanas asistimos a supuestas violaciones de la Constitución y el Estatuto por parte del Govern y el Parlament para improvisar leyes que pudiesen avalar sus propósitos. Pues estábamos equivocados; gravemente equivocados. No pretendo colapsar más los ambulatorios de la Seguridad Social, pero creo que deberíamos mirárnoslo.

¿Cómo se pueden sufrir alucinaciones colectivas de semejante magnitud? Habrá que recabar el diagnóstico de los expertos para que no vuelva a suceder. Estos días asistimos asustados e incrédulos a las declaraciones ante el Supremo de los políticos acusados por tan supuestos hechos y no podemos salir del asombro que nos produce nuestra obnubilación mental. Basta escucharles para saber que nada de cuanto se ha dicho, se ha creído ver en la tele, leímos en los periódicos y teníamos metabolizado era verdad. Nadie preparó un referéndum de nada, nadie lo organizó, nadie compró urnas para que los ciudadanos depositaran sus papeletas; es más, ni siquiera hubo papeletas.

Por supuesto que tampoco corrió nadie con los gastos. La ¿Generalitat con el dinero de todos? Por favor, ¡qué disparate! Quizás, vaya usted a saber, no hubo gastos. La publicidad que supuestamente existió fue supuestamente gratis. Alguien se lo debió inventar todo. Pero qué bien; menudo novelón el que nos hemos tragado. Todo fue ficción. Ninguno de los acusados ha tenido nada que ver. Si hubo conatos de violencia, enfrentamientos en las calles y llamamientos al enfrentamiento a las fuerzas del orden público, fue fruto de la imaginación del autor de tan increíble relato. Hay independentistas presos y sueltos, pero ser independentistas es legal, por supuesto, y nadie violó la Constitución. Si acaso para respetar la voluntad popular que obviamente nadie evaluó.

Hasta ahí podíamos llegar. Ni secesión ni rebelión ni Cristo que lo fundó. La verdad por delante. Todos los presuntos culpables son inocentes. Admirable su unanimidad. Su actuación en aquellos días fue meramente contemplativa. Tampoco hubo proclamación unilateral de independencia. ¡Qué va! Apenas una escenificación teatral sin valor jurídico ni la pretensión de que lo fuese. Que se haya generado una grave factura social en Cataluña es otra falacia que urge desmentir. Como tampoco es cierto que haya existido odio hacia nadie. En nuestra ignorancia supina pensábamos que todo era un atentado contra la unidad de España. Nada más lejos: a España se la ama. Tal vez por eso hay quien pretende que se convierta en dos.

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Nadie

Diego Carcedo

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