La gestión que ha hecho la alcaldesa de la tragedia del Madrid Arena ha sido muy cuestionada. Ana Botella no ha sabido transmitir a la opinión pública la sensación de seguridad, firmeza y empatía que se espera de un político en estas circunstancias. Carolina Pérez Sanz, doctora en Lingüística Aplicada, asegura que uno de los motivos, además de su polémica visita al SPA horas después de la avalancha, es una forma de hablar, que denota tensión: “No controla su fonación porque está nerviosa o porque podría estar mintiendo”.
Carolina Pérez Sanz analiza en su blog La Voz del Poder, y también en declaraciones a ElBoletin.com, las tres primeras comparecencias que hizo la alcaldesa después de que en la fiesta de Halloween, celebrada en un recinto propiedad del Ayuntamiento de Madrid, hubiera una avalancha en la que murieron tres jóvenes y resultaran heridas graves otras dos chicas que posteriormente fallecieron.
Dicha lingüista explica que Ana Botella intentó demostrar firmeza pero usó un tono exageradamente agudo para su edad, “algo que se hace cuando se está demasiado tenso”. También señala el esfuerzo que hace con la garganta antes de cada palabra” y “esa falta de control de la fonación pone de manifiesto que estaba nerviosa o podría estar mintiendo u ocultando información.
Además, señala que dicha rigidez la hace parecer agresiva y provoca antipatía entre quienes la escuchan, a juicio de Pérez Sanz.
Otra cuestión que aborda esta experta en comunicación es la sonrisa, con la que la alcaldesa quizá trata de aparentar una seguridad que no tiene, una sonrisa como la que esbozó la alcaldesa cuando una periodista le pregunto en su segunda comparecencia “¿piensa dimitir?”, y le contestó no. Carolina Pérez asegura que fue una sonrisa con sorna y recuerda que “para no ser agresivo no basta con sonreír: algunas sonrisas hieren más que los peores insultos”.
Esta lingüista señala que “aunque desde el inicio de esta crisis ha intentado mostrar la firmeza de quien tiene bien planificadas las acciones que conducirán a resolverla, lo que hemos visto a lo largo de este mes ha sido una líder tensa, rígida, agresiva: su voz era demasiado aguda y su laringe se cerraba ante cada palabra en la primera rueda de prensa”.
“Durante su segunda comparecencia, Ana Botella, más relajada, ha vuelto del SPA y su voz es unos 70 Hz más grave (…) pero no menos enfadada, culmina su declaración de firmeza con un sonriente: “No tenemos ningún miedo / a la verdad / porque no tenemos nada / que ocultar”. Pero su entonación es más propia de la lectura periodística, con el característico ‘toniquete’ televisivo. Tan firme como la gelatina de fresa”, ironiza.
“La tensión vuelve en la última comparecencia. Su voz tiembla, vuelve a los 230 Hz de media y se perciben continuas glotalizaciones. Al contrario de lo que repite Botella, sí parece haber miedo en su voz”, concluye.
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