Las aguas siguen revueltas en el PP madrileño tras la fulgurante salida de Aguirre. En los últimos días, un sector del partido conservador da por hecha la destitución de Cristina Cifuentes como delegada del Gobierno en la capital y hasta le han buscado un sustituto de excepción. Nada menos que Francisco Granados.
En algunos confidenciales de la Villa y Corte cuentan una curiosa historia. Aseguran que a Rajoy le molestó que su estancia en EEUU se viera eclipsada por las imágenes de las duras cargas policiales que se produjeron en Madrid para reprimir la manifestación del 25S, convocada con el propósito de rodear al congreso.
Por ese motivo, el presidente habría decidido ya la sustitución de Cifuentes, que no va a producirse inmediatamente para que los medios cercanos al PSOE no relacionen la destitución con las cargas policiales que han dado la vuelta al mundo.
Llegado el momento, Granados ocuparía el cargo. Una jugada con la Génova intentaría conseguir dos cosas a la vez: recompensar a un hombre que fue defenestrado por Aguirre sólo por acercarse al entorno de Rajoy y poner plomo en las alas de Ignacio González al situar a uno de sus ‘enemigos’ en un cargo de gran proyección pública.
