La repentina salida de Rato de Bankia ha despertado sonrisas y lágrimas por partes iguales en el PP. Si los populares de Madrid y Valencia ven con alivio su marcha tras los constantes conflictos que tenían con él por el control de la entidad, desde el Gobierno se lamentan ya que dicen ‘adiós’ al que había sido la apuesta de Rajoy para liderar Bankia.
Desde el primer día en el que se alzó con la Presidencia de Bankia, hace ya casi dos años, el exministro de Economía con José María Aznar ha sido motivo de enfrentamiento en las filas del PP. Ahora, que se marcha, no va a ser menos. Mientras que en las altas esferas del partido en Madrid y en Valencia saltan de alegría y brindan con champán, en La Moncloa, el presidente del Gobierno lamenta un nuevo fracaso.
Los populares de Esperanza Aguirre y de Alberto Fabra se han opuesto en todo este tiempo a que Rodrigo Rato se hiciera con el poder de la entidad financiera. La primera, había reservado este cargo para su actual número dos en la Comunidad y en el PP autonómico, Ignacio González; el segundo, veía peligrar, como así ha sido, la defensa de los intereses valencianos en Bankia.
De nada sirvieron los esfuerzos de la ‘lideresa’ y del jefe del Ejecutivo levantino para frenar el desembarco del exministro de Economía. Al final, Mariano Rajoy se impuso y Rato se alzó con la Presidencia del cuarto mayor banco de España, sólo detrás de Banco Santander, BBVA, y CaixaBank.
Una apuesta por uno de los más importantes referentes económicos del PP que ha acabado en fracaso. La alta exposición de Bankia al ladrillo ha forzado a Luis de Guindos a preparar un plan de rescate. Antes de que el Gobierno intervenga la entidad, Rato ha decidido quitarse de en medio y ha presentado su dimisión entre los rumores que apuntaban a que el Ejecutivo iba a destituir a la cúpula directiva.
Un plan que podría estar sobre la mesa de De Guindos, el mismo que ostentó la Secretaría de Estado de Economía con Rato como ministro.
