Acusan al consistorio de querer acabar con los centros okupados autogestionados a través de chantajes. “El Ayuntamiento ‘del Cambio’ y Patrimonio quieren acabar con los Centros Sociales Okupados Autogestionados de Madrid. ¿Se lo vamos a permitir?”. Ese es el mensaje que varios colectivos okupas y de izquierda están compartiendo de cara a la movilización que han convocado para el próximo viernes 18 de noviembre. Una manifestación “por la ocupación” que tendrá lugar en el barrio de La Elipa, lugar donde se encuentra uno de los centros más perseguidos: La Dragona.
Se trata de un espacio social autogestionado que el pasado 18 de octubre recibió la notificación del Ayuntamiento donde les informaba que tenían cinco días para abandonar el inmueble bajo la amenaza de ser expulsados definitivamente el 23 de noviembre.
“Esta notificación de desalojo, llevado a cabo por vía administrativa por el Ayuntamiento de Madrid, pone fin a todo un procedimiento que se ha caracterizado desde su inicio por un oscurantismo, chantaje y soberbia que poco tienen que ver con las interminables promesas sociales que dicho partido político nos intentaba vender a cambio de nuestro voto no hace tanto tiempo”, lamentan desde el colectivo.
De hecho, en un inicio pareció que la relación entre okupas y Manuela Carmena iba viento en popa, cuando el consistorio madrileño abogó por un plan de distribución de espacios donde los colectivos okupas pudieran optar a la cesión de un inmueble municipal. Sin embargo, las condiciones, la burocracia y las multas asociadas a esa “exigente” regulación han acabado por minar una relación que algunos ‘okupados’ tildan de “burorrepresiva” por parte del Ayuntamiento.
De esa forma, a la manifestación del 18 en La Elipa, se une otra el 21 de noviembre en la Puerta del Sol y otra el 23 del mismo mes en el Espacio Social Okupado Autogestionado de La Dragona. Esta última está convocada a las diez de la mañana, hora a la que está prevista la operación policial de desalojo.
El movimiento okupa parece haberse convertido en la gran piedra del zapato de Carmena, junto a la suciedad y la contaminación de Madrid, donde la postura del Ayuntamiento no parece convencer a nadie.