Internacional

Millones de cubanos siguen a oscuras por un nuevo episodio de la crisis energética

«Nunca habíamos experimentado una situación como esta. Es difícil de describir después de tantas horas sin electricidad. Encima hay crisis de gas licuado, no hay manera de cocinar los alimentos, además del calor, los mosquitos, la falta de conectividad. En fin, muy feo todo», dijo a la Agencia Sputnik una residente en el municipio Playa, ubicado en La Habana.

Como ella, la mayoría de las familias cubanas viven con la preocupación de que los alimentos, de por sí caros y escasos, se echen a perder por falta de refrigeración o la imposibilidad de cocinarlos por falta de electricidad y gas.

En muchos rincones del país la población ha recurrido al carbón vegetal y la leña para improvisar fogones ante la incertidumbre que provoca una crisis, cuya solución no parece cercana.

«En el refrigerador no hay mucho, pero creo que para mañana todo estará descongelado y echado a perder», expresó en declaraciones a esta agencia Daniel, un empleado público en la central ciudad de Santa Clara.

A su vez, personas con más ingresos, ya sea por emprendimientos o remesas, optan por comprar ventiladores y lámparas recargables, pequeñas plantas que trabajan con combustible, e incluso paneles fotovoltaicos, cuyo costo por unidad es varias veces el salario promedio en Cuba.

«Hemos podido mantenernos trabajando porque tenemos una pequeña planta eléctrica con la que mantenemos activas al menos la cocina y las neveras, aunque no sabemos hasta cuándo podremos estar así, porque las gasolineras están cerradas y casi no nos queda combustible», comentó a la Agencia Sputnik Jaime Díaz, responsable de un pequeño restaurante privado en La Habana.

A otros negocios no les quedó más remedio que cerrar temporalmente, al igual que hicieron los servicios estatales no indispensables, una medida anunciada el pasado 17 de octubre por el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, ante lo que calificó como «emergencia energética».

Horas después de las palabras de Marrero, transmitidas por televisión nacional en un horario en el que buena parte del país estaba sin electricidad, una rotura en la central termoeléctrica Antonio Guiterras provocó la desconexión nacional del sistema, sumiendo al país en un apagón total.

Las autoridades implementaron entonces un plan para reconectar el sistema, a partir de una suerte de «islas» de generación, unidades móviles para arrancar las maltrechas centrales, afectadas por la falta de combustible y piezas de repuesto, y por la sobreexplotación.

Por otro lado, los prolongados apagones también afectan los servicios de distribución de agua potable, la telefonía celular y el servicio de internet, lo cual tiene un impacto negativo principalmente sobre los sectores más vulnerables de una población significativamente envejecida por la creciente migración.

«Estoy desesperada, mi esposo y yo tenemos más de 80 años, vivimos en un quinto piso, no podemos usar el ascensor, no podemos cocinar porque no tenemos gas, y llevamos muchas horas así. Ya no sé si encomendar mi alma a Dios o al Diablo», expresó indignada Teresa García, anciana residente en el municipio Plaza, en La Habana.

Ya antes de la desconexión del sistema nacional, Cuba sufría prolongados cortes eléctricos, sobre todo fuera de La Habana, y algunas localidades solo disponían de cuatro a seis horas diarias de servicio.

Al agravarse la situación por la falta de combustibles, los horarios de apagones se incrementaron, incluso en la capital del país.

«Es una situación tensa, compleja, que no depende solo de las voluntades que se expresan y los deseos de salir de esta situación», admitió el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en una reciente reunión para monitorear las acciones para resolver el problema de turno.

El mandatario insistió en que la situación obedece a problemas objetivos de disponibilidad de combustible, de financiamiento y de capacidades de generación eléctrica, aunque reconoció que muchos creen que se trata de ineficiencia o deseos de «molestar a la gente».

Por lo pronto, los cubanos aprovechan los breves períodos con electricidad para adelantar tareas pendientes, recargar sus equipos y alistarse para el próximo apagón, el cual saben que llegará, pero no cuándo ni por cuánto tiempo.

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Carlos Moyano

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