Las bolsas mundiales vieron como el año pasado se esfumaron casi 6,3 billones de dólares (la mitad del PIB de EEUU) en capitalización bursátil. El fuerte castigo fue consecuencia de la crisis financiera de la zona del euro, que impactó en todo el mundo en la segunda mitad de 2011 y que ha puesto en duda el futuro del bloque.
La capitalización de las bolsas cayó un 12,1%, hasta los 45,7 billones de dólares, según los datos de Bloomberg en un año en el que el euro sufrió la peor evolución de las principales divisas. El pasado viernes llegó incluso a tocar un mínimo de 10 años frente al yen japonés y está cerca de su cruce más débil frente al dólar en los últimos 12 meses.
El parqué neoyorquino fue el que mejor salvó el año seguido por el británico: El S&P 500 cerró plano, mientras que el FTSE 100 registró una caída del 5,5%. Ya en Europa, el índice Eurofirst 300, que aglutina a las empresas de primera línea, se dejó un 11%, liderado por las cotizadas francesas e italianas. El MSCI Emerging Markets ha perdido un quinto de su valor, a pesar del fuerte crecimiento económico de China y otros mercados emergentes.
Los mercados de valores asiáticos se vieron particularmente afectados: El Nikkei perdió un 17,3%, el Hang Seng de Honk Kong un 20% y el Shanghaui Composite un 22%.
De este modo, los activos considerados refugio han sido los que mejor evolución han experimentado en medio de las turbulencias, sobre todo las deudas soberanas de países como Alemania y EEUU. También el Reino Unido, que ha llegado a pagar los intereses más bajos de los últimos dos siglos.
Y parece que si se cumplen los pronósticos de los analistas el año que acaba de comenzar continuará con la misma tendencia, a pesar de los esfuerzos de los líderes europeos para contener la crisis.
Una de las mayores pruebas a las que se tendrán que someter los países europeos será la de afrontar los vencimientos de miles de millones de euros de euros no sólo de deuda pública, sino también bancaria.
Según los cálculos de Citigroup, en los tres primeros meses del año, los Gobiernos de la zona del euro tendrán que refinanciar 457.000 millones de euros. Sólo Italia tendrá que hacer frente a compromisos de 113.000 millones, en un momento en el que sus costes de financiación se mantienen en máximos.