La quiebra de Third Avenue: ¿caso aislado o aviso general al ‘bono basura’?

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La quiebra de Third Avenue: ¿caso aislado o aviso general al ‘bono basura’?

Third Avenue

La quiebra del fondo americano pone la atención sobre los peligros de la inversión en bonos basura y la falta de liquidez. El anuncio de quiebra del fondo americano Third Avenue Management ha dejado a inversores de todo el mundo en vilo ante una posible debacle de los bonos basura. Cierto es que este fondo de inversión, marcado por una calificación CCC y por grandes problemas para afrontar su deuda, era una amenaza inminente para sus inversores. Pero ahora la pregunta queda en si esta quiebra es un caso aislado o, por el contrario, la inversión mundial se encuentra ante una verdadera debacle de los bonos basura.

La regenerada desconfianza en estos high-yield no hace más que añadir problemas a los fondos mutuos, que ya de por sí se encuentran en una situación complicada: los rendimientos de valores seguros van subiendo y, de momento, los fondos de inversión tienen que enfrentarse al problema de retribuir adecuadamente la confianza y el riesgo de sus inversores.

Lo preocupante queda en que el problema no se reduce a la mayor demanda de bonos seguros. En realidad, el mayor peligro se encuentra en la propia causa del aumento de esa demanda: el mercado se está volviendo cada vez más exigente a la hora de asumir riesgos, y los inversores piden más rendimientos por los mismos valores. Y esto implica que los precios cambien.

¿Por qué piden los inversores más rentabilidad? Multitud de razones. Lo más habitual es que los rendimientos del Tesoro suban y que, incluso, si simplemente se mantienen, consideren que el riesgo de apostar por bonos basura no está siendo retribuido correctamente.

La demanda implícita es clara: los inversores quieren que los diferenciales de rendimiento aumenten. Y es eso, precisamente, el objetivo a conseguir que se cuece entre los oferentes de altos rendimientos. Y aquí el problema: los fondos diseñados para ofrecer rendimientos permanentemente parecen haber entrado en la misma dinámica que en el fatídico 2008, y ofrecen mayores retribuciones sin contar con el control sobre grandes cantidades de efectivo.

El caso de Third Avenue es especialmente complicado. Lo cierto es que ya ha advertido a sus inversores de que no hará frente a más solicitudes de reembolso, a pesar de que una de las características principales de los fondos de inversión es, paradójicamente, la condición de poder extraer dinero bajo demanda.

Es pronto aún para saber con certeza si la caída arrastrará a otros fondos de inversión. En cualquier caso, y aquí lo importante, lo que queda demostrado con la debacle de Third Avenue es que no importa tanto el fondo de inversión como la capacidad de liquidez de los fondos por los que apuesta.

A fin de cuentas, la liquidez baja es un peligro clave del mercado moderno. Y la advertencia es clara: apostar por valores de liquidez baja es garantía de problemas. No obstante, sigue siendo una estrategia que atrae a buena parte de los fondos de inversión, a pesar de ser uno de los errores que dinamitaron la caída en 2008.

El problema hoy día es que todo apunta a que una nueva debacle económica sería aún más problemática.

De los bonos basura se pueden esperar rendimientos imposibles en todo momento, de ahí el atractivo a la hora de invertir. Pero el rendimiento va asociado a una volatilidad importante, hecha carne en dividendos que no se encuentran a favor del inversor.

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