La sanidad española, antaño ejemplo mundial de efectividad y cobertura universal renquea por los recortes. Más o menos, lo mismo, salvando algunas distancias, que sucede en Cuba.
También la medicina de la Isla fue durante años uno de los grandes logros de la Revolución y su antiguo impulso parece haberse marchitado ahora, en este caso, por culpa del ahogo financiero del Estado y la falta de recursos.
Otro motivo de coincidencia entre los sistemas de salud de ambos países se produce en la escasez de ‘ambulancias’. Hace unos días se supo que el Ministerio de Sanidad, ocupado por la muy célebre Ana Mato, va a racionalizar el uso de estos vehículos que trasladan a los enfermos a los centros hospitalarios.
Aquí será el médico quién dictamine si el enfermo está lo suficientemente grave o no para que su ‘viaje’ se pague con ‘dinero público’, o el mismo abone la cuenta. En Cuba, por ahora, no se plantea la dicotomía, pero todo llegará.
De momento, lo que pasa es que en La Habana sólo funcionan unas 11 ambulancias. Menos del 10% de la dotación total que ya se consideraba escasa e insuficiente para cubrir las necesidades de la población que habita en esta capital.