Me he saltado directamente las paginas iniciales de los diarios porque no quiero leer más información judicial: ni sobre Francisco Camps ni sobre la macro-reforma de la Justicia que prepara el nuevo Gobierno, ni tampoco sobre el juicio a Baltasar Garzón o el de ‘Pepiño’ Blanco.
Saturada de tanta toga, me he ido directamente a las páginas del colorín, como las llamo yo, pero no he encontrado mucho consuelo en conocer lo mal que lo está pasando Demi Moore después de su divorcio, penurias de la que da cuenta Abc, que facilita las muchas versiones de lo que le sucede que circulan por ahí: que si anorexia u otro desorden alimenticio; que si agotamiento por el cual le han dado ataques epilépticos, que si abuso de drogas… En fin, una pena por lo que dejo el papel para leer en la prensa digital otras cosas del corazón más alegres.
Y me detengo en una boda, pero no en una boda cualquiera, que puede ser todo un acontecimiento ver a Brad Pitt y Angelina Jolie darse el sí quiero’ acompañados de sus seis churumbeles, que no todas las parejas pueden presumir de llegar al altar con tanto equipaje.
Y es que al parecer son los hijos de esta guapísima y cinematográfica pareja, que lleva ya siete años juntos, los que les han animado a dar este importante paso, por lo menos según se deduce de lo que el actor ha confesado a la revista Hollywood Reporter. El actor explica que la decisión realmente no la han tomado ellos sino que “por ahora queremos y parece que cada vez significa más y más para nuestros hijos”.
Para él sería su segundo matrimonio, ya estuvo casado con Jennifer Ariston, con la que estaba cuando conoció a Jolie; mientras que ella ya pasó por la vicaría con otros dos actores con los que también había compartido reparto. Esperemos que la tercera sea la vencida.