Cuando parecía que los ánimos se habían calmado un poco tras el mensaje de Navidad del Rey, en el que proclamaba que la Justicia es igual para todos” y advertía que “cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada”, va Pedrojota Ramírez y vuelve a tocar las narices del personal con una supuesta conducta poco ‘ejemplar’ del Duque de Palma.
Y es que El Mundo publica hoy en portada que “Iñaki Urdangarin reformó parte de la mansión que posee en Barcelona con dinero público desviado a la empresa Aizoon que comparte con la Infanta Cristina” e informa que “la Policía Judicial ha determinado que el duque de Palma invirtió al menos 80.000 euros procedentes de las administraciones públicas balear y valenciana en los cerramientos, aluminios, cristales, puertas y suelos de la vivienda de Pedralbes, que les había costado siete millones de euros y que estrenaron en 2005”.
No me digan que esta noticia de las obras en el palacete no es irritante para la legión de españolitos de a pie a los que la casa se nos cae a cachos porque no tenemos dinero para hacer una reforma a la espera de que llegue tiempos mejores. Por eso no es de extrañar que para compensar, Luis María Anson, tan monárquico él, dedique en el mismo diario su ‘canela fina’ a echar una manita al Rey y volver a elogiar su discurso de Nochebuena.
Escribe Anson que fueron “perfectas palabras del Rey” que “ha dicho lo que debía decir”, ya que como Urdangarin todavía no está imputado “no podía citarle porque tenía la obligación de respetar la presunción de inocencia que exige la Constitución”.
Considera el académico que “con su sabio discurso de Navidad, el Rey ha puesto coto a los presuntos desmanes del yerno. La ley es ley para todos. Y el peso de la ley en el Estado de Derecho debe caer sin distinción sobre aquellos que hayan cometido irregularidades o delitos”. Repite que “Juan Carlos I ha dicho lo que debía decir” y se permite asegurar que “su padre Juan III estaría orgulloso del comportamiento y las palabras del hijo”.
Pero si todos son elogios para Su Majestad, no ocurre lo mismo con el yerno. Hace notar Anson que el escándalo no es como el que protagonizaron Carlos y Diana sino “mucho peor que una decisión de amor, para muchos disculpable” y advierte que “si el juez imputa primero al duque de Palma y le sentencia después, el daño que este deportista irresponsable habrá causado a la Monarquía resultará incalculable. A la Monarquía, al Rey, al Príncipe de Asturias y a la Infanta Cristina que, con sus cuatro idiomas, su título universitario y su máster en New York University, ha trabajado durante 17 años como simple empleada en La Caixa de Barcelona”.
Y concluye apesadumbrado que “la mancha que ha dejado ya Urdangarin sobre el manto de la Corona es en muchos aspectos irreparable”. Bueno, el duque sí ha reparado su casoplón, por si vienen mal dadas. ¡Qué lince!