Desde marzo, los administradores de dinero en Europa han tenido que adaptarse a la Regulación de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR por sus siglas en inglés). Diseñado para luchar contra el lavado verde al imponer un conjunto uniforme de normas de presentación de informes, es el reglamento más ambicioso por ahora a nivel mundial, pero no es infalible.
Baard Bringedal, director de inversiones de Storebrand Asset Management, destaca a Bloomberg que los gerentes todavía tienen que lidiar con “muchas incertidumbres y puntos ciegos” cuando intentan asignar efectivo. “Como regulación contra el lavado verde”, el SFDR fue un paso importante. “Pero no viene sin sus limitaciones”.
La falta de comparabilidad incluso crea “inseguridad jurídica” para los profesionales de la inversión, añade un portavoz de CaixaBank SA. UBS Group AG, el administrador de patrimonio más grande del mundo, explica a Bloomberg que está experimentando una fragmentación “problemática” en la forma en que se leen las reglas de ESG. Los supervisores nacionales están presentando “varias interpretaciones y requisitos adicionales” antes de que haya “más aclaraciones por parte de la Comisión Europea”, se lamenta.
De hecho, los reguladores nacionales estarían planteando sus propias preocupaciones. La Autoridad de Supervisión Financiera de Suecia dijo en mayo que las nuevas reglas climáticas de la UE impondrían una carga irrazonable sobre el organismo de control. Y también hay indicios de que los administradores de activos están exagerando su compromiso con los ESG.
Europa está muy por delante de EEUU y otros países en la creación de un marco regulatorio para tratar de prevenir el greenwashing. En los dos años hasta 2020, los administradores de activos de la región se vieron obligados a admitir que alrededor de 2 billones de dólares que se habían clasificado como inversión climática y social no estaban a la altura de la etiqueta. La pregunta ahora es si esa cifra podría crecer.
“Los administradores de activos están analizando detenidamente sus ofertas de fondos en este momento para determinar qué carteras parecen adecuadas para los inversores ‘verdes’”, apuntaHortense Bioy, jefe de investigación de sostenibilidad de Morningstar Inc. “Hay mucho en juego con SFDR”.
Se supone que los gestores de activos europeos clasifican los productos de inversión en verde claro (artículo 8) y verde oscuro (artículo 9). Bringedal explica sin embargo que “lo que define un producto del Artículo 8, e incluso del Artículo 9, todavía está en gran medida en el ojo del espectador. Y hemos visto bastantes evaluaciones divergentes de productos y estrategias similares”.
Para proporcionar más orientación, las autoridades europeas han propuesto las denominadas normas técnicas adicionales. Se espera que se adopten a finales de este año, después de que se les pidiera a los participantes del mercado financiero su opinión.
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