Según publica hoy El País, las pérdidas recurrentes del denominado ‘banco malo’ han hecho que se consuma todo el capital, y que el Estado se quede con el total de su deuda, tal y como obliga Eurostat.
Nueve años después de su creación, la Sareb tiene un patrimonio negativo de -7.511 millones, según las cuentas de 2019. Si a eso se suman los 2.192 millones que el Estado puso para el capital, la pérdida para el contribuyente a día de hoy alcanza casi los 10.000 millones de euros, destaca este medio.
La idea de la Sareb era quitar a las cajas sus activos deteriorados para que no quebrasen. Se encapsulaban en una entidad aparte para poder gestionarlo y venderlo más adelante minimizando las pérdidas. Las entidades intervenidas trasladaron al banco malo con un descuento sus peores préstamos inmobiliarios, viviendas, locales o solares. A cambio de esos activos, se entregó a las entidades intervenidas unos bonos que rendían un interés con un aval del Estado.
Y el capital de la sociedad se configuró con mayoría privada para que esa deuda no engordase aún más los pasivos de las Administraciones, explica El País. En aquel momento fueron unos 48.000 millones de deuda avalada por el Estado. Tras las ventas de activos, ahora queda un saldo de 35.000 millones. Y precisamente eso es lo que Eurostat exige ahora que se contabilice como deuda pública.
En 2016, el Gobierno estableció una argucia legal para evitar que estas depreciaciones fuesen a la cuenta de resultados y, por lo tanto, se reconociesen y restasen capital. Pero las pérdidas por los otros dos conceptos han terminado por comérselo.