El señor míster Collin Laverty, presidente de Cuba Educational Travel, ha enviado una carta a Donald Trump, avalada por más de 40 empresas y asociaciones de viajes y turismo, pidiéndole no dar marcha atrás a las movidas de Obama con respecto a visitar Cuba.
El señor míster Collin Laverty, presidente de Cuba Educational Travel, ha enviado una carta a Donald Trump, avalada por más de 40 empresas y asociaciones de viajes y turismo, pidiéndole no dar marcha atrás a las movidas de Obama con respecto a visitar Cuba.
Casi al mismo tiempo, más de 50 senadores presentaron al Congreso una legislación que echaría por tierra las conocidas 12 restricciones y daría luz verde a la Ley de Libertad de Viajes a Cuba.
Buen comienzo de la misiva en tanto el turismo de EEUU juega un papel -siempre ha sido así desde que Miami era una simple aldea de pescadores y ya la isla tenía hoteles que recibían visitantes de esa nación-, de primer orden en el propósito de convertirlo en la primera industria del país.
El pasado año, según cifras del Ministerio de Turismo, un total de 284.937 estadounidenses arribaron a la mayor de las Antillas para un 74% más que en 2015.
Laverty la caga más adelante tratando de adentrarse en los propósitos de Trump y también, dígase de paso, en los de Obama, sugiriéndole al Presidente que “los viajeros estadounidenses son los mejores representantes de las creencias, ideas y valores de EEUU”.
Acto seguido le pone en vena que hay que “competir con la influencia china, rusa y venezolana”.
El peor error de muchos desde fuera y no pocos que han permanecido en Cuba durante cuatro o cinco años de misión diplomática, comercial o de negocios es entender a medias a este país y sus gentes. ¿Acaso seremos tan raros e incomprensibles?
Creernos que asistiremos a las peripecias y cuentos chinos, rusos y venezolanos como niños de kindergarten y que prestaremos debida atención a sus lecciones será como para reírse y así evitar prisas en el corazón y males mayores.
Ya los cubanos sabemos lo que queremos y si nos permite míster Laverty, nosotros también tenemos creencias, ideas y valores muy diferentes a los que nos puedan llamar los chinos, rusos o venezolanos y hasta los propios gringos.
Esto, por una parte. Por la otra, hay muchas cosas más en el tintero.
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Las “malas influencias” de chinos, rusos y venezolanos
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