La francesa ha confirmado en su discurso inaugural de la edición de 2022 del foro de bancos centrales que el BCE organiza en Sintra (Portugal) que el Consejo e Gobierno subirá tipos en 25 puntos básicos en julio y volverá a subirlos en septiembre, aunque entonces la intensidad del aumento de la tasa dependerá de la evolución de las expectativas de inflación.
«Continuaremos por este camino de normalización, e iremos tan lejos como sea necesario para garantizar que la inflación se estabilice en nuestro objetivo del 2% a mediano plazo», ha asegurado la banquera central de la zona euro, que a partir de 2023 contará con Croacia como nuevo integrante.
En su análisis, Lagarde ha reconocido que las presiones inflacionarias se están intensificando y ampliando, no solo como reflejo de los altos precios de importación, ya que comienzan a afianzarse en el sector servicios, mientras que el bajo desempleo y la escasez de mano de obra generalizada, junto a la recuperación, sugieren un repunte de los salarios superior al 4%, según las últimas previsiones para 2022 y 2023 y del 3,7% en 2024, casi el doble del promedio histórico antes de la pandemia.
Asimismo, Lagarde ha advertido de que existen señales de que los shocks de oferta que afectan a la economía podrían durar más y, aunque es razonable suponer que las interrupciones de la cadena de suministro global se resolverán gradualmente, las perspectivas para la energía y las materias primas siguen siendo «nubladas».
De este modo, para la presidenta del BCE la opcionalidad asumida en el proceder de la institución garantiza que la política monetaria pueda reaccionar con agilidad a los datos entrantes sobre la economía y las expectativas de inflación y, si disminuye la incertidumbre, volver a optimizar la trayectoria de la política según sea necesario.
«Este enfoque condicional del ritmo de ajuste de los tipos de interés no debe confundirse con el retraso de la normalización», ha subrayado la francesa, para quien, dado que la postura del BCE se basa en una función de reacción clara, las expectativas de tasas de interés y las tasas libres de riesgo pueden ajustarse por adelantado.
De hecho, Lagarde ha advertido de que hay condiciones en las que el gradualismo no sería apropiado, como en el caso de que una inflación más alta amenazase con desanclar las expectativas de inflación, o existieran señales de una pérdida más permanente de potencial económico que limita la disponibilidad de recursos, lo que forzaría al BCE a retirar su acomodación monetaria más rápidamente.
A este respecto, la presidenta del BCE ha reiterado la importancia de que la política monetaria sea transmitida de manera adecuada entre las distintas jurisdicciones de la eurozona, para lo que el banco central, además de gestionar las reinversiones de vencimientos, ha ordenado acelerar el diseño de un nuevo instrumento específico para combatir la fragmentación en los mercados de la zona euro.
«El nuevo instrumento deberá ser eficaz, a la vez que proporcionado y contener garantías suficientes para preservar el impulso de los Estados miembros hacia una política fiscal sólida», ha apuntado Lagarde.
En este sentido, la francesa ha defendido que preservar la transmisión de la política en toda la zona del euro permitirá que las tasas «aumenten tanto como sea necesario».
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