Según el informe, las centrales eléctricas de carbón instaladas en todo el mundo tienen actualmente una capacidad de 2.126 gigavatios, un 11 % más que en 2015, cuando la comunidad mundial acordó el objetivo climático de París para frenar el calentamiento global.
Solo el año pasado se añadieron 30 gigavatios de capacidad, lo que corresponde a un aumento superior a toda la capacidad de las centrales eléctricas de carbón de Polonia. Gran parte de las nuevas centrales se están construyendo en China, donde al mismo tiempo se están añadiendo energías renovables a gran escala.
Urgewald mantiene junto con otras 51 ONGs una gran base de datos pública sobre la industria del carbón denominada Global Coal Exit List (GCEL).
«Nueve años después de la firma del Acuerdo de París, la producción de carbón térmico ha alcanzado un nuevo máximo y el parque mundial de centrales eléctricas de carbón sigue creciendo», afirmó Heffa Schücking, directora general de Urgewald.
En la conferencia sobre el clima celebrada en Dubai el año pasado, más de 130 países suscribieron el objetivo de eliminar progresivamente la generación de electricidad a partir del carbón.
Sin embargo, según el análisis, hay una gran falta de aplicación concreta de este objetivo: según Urgewald, menos del cinco por ciento de las empresas de carbón incluidas en la base de datos han anunciado hasta ahora una fecha específica de eliminación progresiva, un paso crucial para los objetivos climáticos.
Según la Agencia Internacional de la Energía y las Naciones Unidas, los países industrializados deben eliminar progresivamente el carbón en los próximos años, y el resto de países a más tardar en 2040, para seguir teniendo posibilidades de cumplir el objetivo de no superar los 1,5 grados de calentamiento global.
El objetivo climático de París se refiere al empeño por limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2 grados en comparación con la época preindustrial, y preferiblemente a sólo 1,5 grados. Este objetivo se acordó en la cumbre del clima de la ONU celebrada en París en 2015 y se reafirmó varias veces en posteriores conferencias sobre el clima.
El objetivo es evitar las peores consecuencias de la crisis climática, como olas de calor, sequías, incendios forestales, tormentas e inundaciones más frecuentes y graves.