El fuerte repunte de los precios en EE.UU. refleja el encarecimiento de la energía, con una subida interanual del 24,5%, mientras que los alimentos subieron un 2,4%.
Sin tener en cuenta el impacto de la volatilidad de los alimentos frescos y de la energía, la tasa de inflación subyacente se situó en el 4,5%, frente al 3,8% del mes anterior, su mayor incremento anual en 29 años.