Desde el viernes, en torno a las ocho de la noche, una avería localizada en La Habana, provocó una caída del Sistema Electro-energético Nacional (SEN) en toda la isla que hasta este domingo en que comenzó a restablecerse en casi toda la urbe y provincias.
Un ingeniero eléctrico podría entender mejor qué fue lo sucedido. No es mi caso ni el de la mayoría de los lectores, pero un ejemplo sería bien ilustrativo.
Un paciente en terapia intensiva con inminente peligro para la vida, por momentos da señales de mejoría aun a fin de cuentas sean transitorias. Quienes saben, no vaticinan nada nuevo. Mucho tiempo perdido en buscar alternativas para sobrevivir, entiéndase energías renovables en sustitución de obsoletas centrales de 40 o más años de explotación que no hay día en que no ofrezcan un disgusto a la población.
Si será de este modo, que este último acontecimiento no fue dado por la ausencia del petróleo de tan difícil acceso por debilitamiento de la alcancía nacional y medidas de todo tipo impuestas por EEUU para privarnos del combustible.
Los habaneros, residentes en el municipio Plaza de la Revolución, tuvieron ante sí una oscuridad de boca de lobo frente al despliegue luminoso del recién estrenado y controvertido hotel más alto de Cuba (155 m), la famosa Torre de K, gestionado por la cadena española Iberostar.
Tal parecía una escena de un filme de horror, Un aullido salido de la torre que espantaba al mismísimo mastín de los Baskerville…