“En 2020, EEUU registraron salidas de capitales extranjeros de los bonos del Tesoro, lo que es notable porque -como activo de refugio seguro- deberían haber visto entradas en un momento de mayor aversión al riesgo”, apunta el lobby financiero.
De hecho, los flujos muestran que las entradas extranjeras en los bonos del Tesoro han tenido una tendencia a la baja “durante muchos años, que llegó a su punto álgido en 2020, cuando los bancos centrales extranjeros tuvieron que vender bonos del Tesoro para movilizar dólares”. A ello se sumó además que “no hubo una demanda compensatoria de bonos del Tesoro -incluso teniendo en cuenta la extrema aversión al riesgo-, a diferencia de lo que ocurrió con los bunds o los JGB [bonos japoneses], que vieron aumentar las entradas”.
“Un solo dato no marca una tendencia, pero -dado lo centrales que son los bonos del Tesoro para el sistema financiero mundial- esto puede ser preocupante”, avisa el IIF.
A pesar de que los flujos han aumentado en 2021, esto no supone un alivio para los autores del informe. “Un activo de refugio, como los bonos del Tesoro de EEUU pretenden ser, debería ver las entradas cuando los tiempos son malos y las salidas cuando son buenos, como ha sido el caso de los bonos del gobierno alemán y japonés”. En cambio, los treasuries “parecen ser procíclicos y no anticíclicos, con salidas en el punto álgido de la crisis”.
Por otra parte, el repunte de las entradas de bonos del Tesoro estadounidense este año “no es más que el reembolso de las salidas en 2020”. Si se suman los flujos acumulados hacia los títulos con cupón desde principios de 2020, el total sigue siendo “ligeramente negativo”, incluso teniendo en cuenta las entradas recientes.
“Dada la importancia del mercado del Tesoro para el sistema financiero mundial, la naturaleza procíclica de los bonos del Tesoro es notable y preocupante”, avisa el IIF.