El primer ministro de Noruega, el laborista Jens Stoltenberg, se ha puesto al frente de un volante para conducir un taxi por las calles de Oslo y conocer de primera mano la opinión de los ciudadanos. Los pasajeros han sido unánimes en algo: la conducción de Stoltenber deja que desear.
El coche estaba equipado con cámaras ocultas para utilizar las reacciones de los pasajeros en una campaña de publicidad si estos daban su consentimiento. Algunos de los «clientes» fueron elegidos al azar, pero otros fueron llevados al taxi sin saber que el conductor sería Stoltenberg.
El primer ministro iba perfectamente uniformado con un carné que le identificaba como uno de los conductores de la compañía Oslo Taxi. Al final todos los pasajeros descubrieron el disfraz y varias de las conversaciones derivaron en un debate político. «Para mí es importante escuchar lo que la gente piensa de verdad y hay un lugar en el que dicen lo que piensan de la mayoría de los asuntos, y es en un taxi», ha afirmado Stoltenberg, según recoge el diario noruego Aftenposten en su edición digital.
En la grabación queda en evidencia la escasa pericia de Stoltenberg al volante y varios pasajeros incluso dicen bromeando que temen por su vida. «Creo que voy a sobrevivir», «Su estilo de conducción es bastante malo», le dicen. En uno de los trayectos del coche, que era automático, el primer ministro confunde el freno de mano con la palanca de cambios.
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