España. Portugal. Italia. Grecia. Estos cuatro nombres -Irlanda parece haber pasado a jugar en otra liga- podrían devolver a la zona del euro la incertidumbre que hace poco menos de un año el Banco Central Europeo (BCE) logró disipar tras anunciar varias medidas de apoyo a los mercados de deuda de estos países. La crisis política que se vive en Madrid, Lisboa, Roma y Atenas amenaza con devolver a los especuladores financieros la suficiente munición como para volver a poner en jaque a la divisa comunitaria.
Las alarmas saltaron hace dos semanas en Portugal, cuando el primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, recibió con apenas unas horas de diferencia la carta de dimisión de su ministro de Finanzas y la de su ministro de Asuntos Exteriores, que además es el líder del partido con el que gobierna en coalición. Aunque el presidente del país, Aníbal Cavaco Silva, ha pedido recientemente a los dos partidos conservadores del gobierno que sumen sus fuerzas a los socialistas -la principal fuerza de la oposición- por lo menos hasta que termine el programa de la Troika en el 2014, ninguna de las partes parece muy por la labor de consentir esta frágil alianza.
Poco después de conocer la situación del líder luso, y con los mercados de la deuda ya nerviosos (la prima española superó los 300 puntos básicos tras las noticias procedentes de Portugal), el diario El Mundo publicó varias informaciones relacionadas con el ‘caso Bárcenas’ que señalaban directamente al presidente Mariano Rajoy como una de las personas involucradas en el pago de sobresueldos durante el mandato de José María Aznar. La exclusiva del diario tuvo su eco en el entramado financiero internacional y hasta un banco de inversión japonés, Nomura, elaboró pocas horas después un informe privado a sus clientes en el que explicaba cómo Rajoy tendría que dimitir si el PP quería mantenerse en el poder o, de lo contrario, llegarían otras elecciones anticipadas a España.
Ante la perspectiva de que los gobiernos de Passos Coelho en Portugal y de Mariano Rajoy en España, ambos favorables a los programas de austeridad dictados por Alemania, se vinieran abajo, los especuladores comenzaron a lanzar sus primeros disparos. En consecuencia, la prima de riesgo española, que hace apenas unas semanas se movía por debajo de los 280 puntos básicos, escaló durante la semana pasada hasta los 320 puntos básicos. El viernes esta cifra, a la hora del cierre, se situó en los 318 puntos.
Sin embargo, los quebraderos de cabeza de Bruselas no terminan en la península ibérica, ni mucho menos. En Grecia, aunque el primer ministro Antonis Samaras ha logrado convencer a la Troika de que su programa de medidas va a funcionar sin necesidad de aumentar los recortes, la crisis política se hizo evidente cuando recientemente el partido Dimar, de tinte progresista, abandonó la coalición de gobierno. Ahora mismo sólo quedan en el poder los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del PASOK. Entre los dos históricos partidos controlan la mitad del Parlamento. Eso quiere decir que el margen para cometer errores es mínimo. Una caída de este gobierno catapultaría al poder, muy probablemente, al principal partido de la oposición: Syriza. Esta formación se muestra totalmente contraria a la austeridad. Por lo tanto, los especuladores tendrían otro motivo en la península helénica para apostar contra el euro.
También hay que tener en cuenta el frágil gobierno italiano. El PDL, la formación política que controla Silvio Berlusconi, plantea un peligro constante para el primer ministro, Enrico Letta. Los fieles partidarios de ‘Il Cavaliere’ en el Parlamento italiano han vuelto a amenazar al mandatario con boicotear la actividad política del país si los procesos judiciales abiertos contra el magnate terminan con Berlusconi en prisión. Jan von Gerich, uno de los jefes de análisis del banco escandinavo Nordea, explicaba el viernes en una nota a los clientes del banco que con esta situación «es difícil imaginar a Letta implantando la clase de medidas que el país necesita». Además, Bruselas tampoco quita el ojo de otros países como Chipe o Eslovenia, cuyos sistemas bancarios se encuentran totalmente quebrados y en donde tampoco se conoce un horizonte estable a medio plazo.