La industria financiera estadounidense considera que Barack Obama estuvo menos combativo de lo esperado en el primer discurso del estado de la Unión de su segundo mandato. Por eso creen que el parqué neoyorquino no se verá afectado este miércoles por lo dicho en el Congreso.
Según informa la agencia Reuters, que ha citado a varios expertos, Obama no lanzó propuestas concretas que pudiesen afectar especialmente a la industria financiera –algo que sí se temía tras la demanda lanzada hace unas semanas contra la calificadora Standard & Poor’s-. Además, la posibilidad de que los republicanos ignoren buena parte de sus peticiones a crear y mejorar las condiciones de empleo también tranquilizará a los inversores, dicen.
Durante los últimos cuatro años de su mandato el presidente ha atacado a Wall Street en varias ocasiones. Sin ir más lejos, hace doce meses dijo que «no se van a volver a repetir los días en los que Wall Street podía permitirse jugar según su propias normas». «Si eres un gran banco o una institución financiera, no vas a poder volver a realizar operaciones de riesgo con los depósitos de tus clientes», añadió entonces.
Desde que aquellas palabras fueron pronunciadas han sucedido varias cosas. La más destacada, el agujero descubierto en las cuentas de JP Morgan Chase, valorado en miles de millones de dólares, por culpa, precisamente, de haber realizado desde sus oficinas de Londres operaciones de alto riesgo que, finalmente, se revelaron como incontrolables. También se ha podido saber que, si bien en la campaña del 2008 Obama contaba con el apoyo de Wall Street, en esta última ocasión la industria financiera ha preferido al candidato republicano, Mitt Romney.
Obama decidió citar al comienzo de su discurso sobre el estado de la Unión a Kennedy –»no somos rivales por el poder sino compañeros hacia el progreso»- para intentar que los congresistas republicanos acepten su proyecto electoral para este año, y que consiste en fortalecer la posición de la clase media en el país.
«La gente espera que pongamos los intereses del país por encima de nuestros intereses políticos», dijo Obama, poco antes de pedir a un Congreso muy dividido y encrespado que respalde sus propuestas para reactivar la economía; unas propuestas que tienen como tema central la creación de empleos para la clase media que supondría, a la postre, proyectar la idea «de un Estado más eficiente». Defendiendo la idea de que todos los ciudadanos merecen las mismas oportunidades, «independientemente de dónde hayan nacido, de dónde vengan o a quién amen», el presidente ha asegurado que es responsabilidad del Gobierno garantizar que tienen acceso a ellas.
A continuación, el presidente demócrata ha nombrado el tema más delicado que arrastra desde el verano de 2011 el Congreso: “Nuestro trabajo debe comenzar con decisiones básicas sobre nuestro presupuesto y que reforzarán las condiciones de nuestra economía”. Y ha dicho que nunca ha hecho oídos sordos a otras propuestas, que está abierto a ideas, pero que pone una única condición: «que no se incumplan las promesas que ya hemos hecho a los ciudadanos».
En ese sentido, el presidente ha propuesto seguir las recomendaciones bipartitas para reducir el déficit y ha vuelto a defender la efectividad de subir los impuestos a los más ricos para equiparar las condiciones de todos los ciudadanos -algo que ya hizo durante la campaña electoral-.
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