Los mandatos obligan y la Reserva Federal de EEUU (FED) está obligada a preocuparse de la estabilidad de los precios y del crecimiento. Por eso, para asegurar tanto el saneamiento financiero como el flujo del crédito, ha inyectado en la economía, dos billones de dólares (1,51 billones de euros). Cifra que multiplica por seis el dinero ‘invertido’ por el Banco Central Europeo (BCE).
En Europa, con la canciller alemana Angela Merkel marcando el ritmo, ese númeroapenas llega a los 255.000 millones de euros, según las últimas cifras disponibles, que datan de principios de año. Quizá porque el mandato de la Institución Europea se limita a asegurar la estabilidad de los precios.
Mandato que, por cierto, según algunos observadores, no tiene reparo en ‘superar’ cuando se trata de dar barra libre a las entidades financieras. Sólo se muestra estricto, según estas versiones, si se le pide que incentive el restablecimiento del flujo del crédito.
El QE3 –el tercer plan de estímulo- lo activó la Fed el pasado mes de septiembre. Ahora se puede decir que el banco central de EEUU acumula activos por valor de 2,8 billones, frente a los 800.000 millones que tenía antes de la crisis. Si mantiene esta intensidad, los expandirá en 1,1 billones para final de 2013.
Por su parte, el pasivo del Banco Central Europeo (BCE) se ha incrementado en los 255.000 millones de euros arriba mencionados, una cifra relativamente pequeña, y ocho veces menos que la invertida por las autoridades monetarias estadounidenses.
La mayor parte del incremento del pasivo del BCE corresponde a los depósitos mantenidos por las entidades de crédito de la zona del euro. Es decir, las reservas, que habían aumentado en enero de este mismo año hasta los 655.000 millones. Ello sugiere que esos préstamos concedidos a la banca no han servido para reactivar el crédito y el ciclo económico, tal y como se pretendía en un principio.
Además de la cantidad, hay también otras diferencias entre la expansión cuantitativa que se ha dado en EEUU y la que se ha dado en el Viejo Continente. En EEUU la Fed impuso unas cantidades máximas con las que afrontar el salvamento del sistema financiero, y las entregó a cambio de un buen número de dimisiones.
En Europa muchas de esas ayudas, que luego en casos como el de Grecia tuvieron que expandirse, se impusieron a las autoridades nacionales a cambio de duros ajustes que incumbieron a toda la población.