El premio Nobel de Economía ha ido a recaer, este año, sobre la cabeza de dos expertos estadounidenses en «ingeniería económica»: Alvin E. Roth, profesor de Harvard, y Lloyd S. Shapley, de la Universidad de California (UCLA). En un año en el que la crisis del euro vuelve a amenazar el crecimiento global, se han premiado estudios que analizan cómo mejorar la eficiencia de unos mercados que en la práctica andan desbocados.
La ingeniería económica conlleva la valoración sistemática de los resultados económicos de las soluciones sugeridas ante determinadas cuestiones. Es decir, que para que sean pertinentes en materia económica, las resoluciones de los problemas deben impulsar un balance positivo del rendimiento a largo plazo en relación con los costos a largo plazo, y también deben promover el bienestar y la conservación de una organización. Como bien podría ser una unión monetaria.
“La combinación de la teoría básica de Shapley y de las investigaciones empíricas de Roth, así como de sus experimentos y el diseño práctico de sus ideas, han generado un campo tremendamente abonado para la documentación y la investigación a la hora de determinar una mejora en el comportamiento de los mercados, ha dicho la Real Academia Sueca de las Ciencias, que es la responsable de señalar al ganador o ganadores del galardón.
Al parecer, Shapley, de 89 años de edad, realizó varios estudios en torno a unas teorías ya demostradas que luego Roth plasmó en la práctica con la intención de resolver los problemas que afectan al mundo real. La Academia ha destacado de este modo en su fallo que ambos profesores ya han sido galardonados por sus estudios sobre los mercados económicos, sus problemas de diseño y sus posibles «rediseños».
El Nobel de Economía fue establecido por el instituto emisor sueco en 1968 para conmemorar su 300 aniversario y está dotado con 1,2 millones de dólares. El galardón obtuvo relevancia internacional alejado de los círculos económicos cuando en 2008 fue el economista estadounidense Paul Krugman el que se hizo con el trofeo. Krugman es, además de economista, un divulgador que deja su firma regularmente en cabeceras como The New York Times o El País.