La Autoridad de Servicios Financieros Británica (FSA, por sus siglas en inglés) nada contracorriente frente a sus colegas del resto de Europa. Por eso, en alianza con el Banco de Inglaterra, se dispone a levantar la mano sobre la solvencia de las entidades, siempre y cuando, vuelva a fluir el crédito.
Para las dos autoridades bancarias de Reino Unido en este momento, la prioridad debe ser incentivar el crecimiento económico y, por lo tanto, la capitalización del sector, por la que se aboga en una Eurozona férreamente controlada por Alemania, queda en un segundo plano.
Dentro de esta estrategia, confirmada por los portavoces de la FSA a la agencia Dow Jones, está rebajar temporalmente los requerimientos mínimos de capital a las entidades. También ampliar el plazo previsto para que los bancos británicos cumplan los requerimientos del acuerdo de Basilea III.
Según ese pacto, forjado por los grandes bancos centrales del mundo, en 2019, todas las entidades mundiales tendrán que tener unos ratios de solvencia mínimos del 10,5% del capital. Si la economía no mejora, los bancos británicos tendrán un plazo adicional para llegar a esta cifra.