China parece haber perdido el apetito por la deuda estadounidense y esto le ha pasado factura a la primera economía del mundo, que ha visto como su coste de financiación ha superado al de Alemania, un hecho insólito desde que se inició la crisis. La diferencia entre la rentabilidad de bono alemán a diez años y el estadounidense con el mismo vencimiento se situaba hoy en 21,7 puntos básicos. El primero alcanzó un 3,389% y el segundo en 3,606%.
El mismo caso se repite en los seguros que contratan los inversores para protegerse ante un posible impago de la deuda. Los credit default swaps (CDS) de la deuda alemana se encuentran en 25 puntos básicos frente a los 28 puntos de EEUU. Esto significa que por una inversión de 10 millones de dólares en deuda germana, el inversor tiene que pagar al año 25.000 dólares por estos contratos, frente a los 91.850 dólares que tuvo que pagar el pasado 24 de febrero, cuando se alcanzaron los máximos históricos.
Alemania anunció ayer que ha salido de la recesión, tras crecer un 0,3% en el segundo trimestre del año, y esto también tuvo un impacto en los bonos. El yield de bund germano se ha reducido hoy en 12 puntos básicos con respecto a la jornada de ayer.
Las últimas subastas de bonos de EEUU no han contado con la participación, al menos directa, del país que se ha convertido en el ‘gran banquero’ de la primera economía del mundo. El desvanecimiento de la demanda ha hecho saltar las alarmas en un momento en el que la Casa Blanca trata de financiar el abultado déficit presupuestario de 1,8 billones de dólares.
El Tesoro de EEUU tiene previsto vender este año dos billones de deuda, una cifra sin precedentes y que podría elevarse ya que la idea de un segundo plan de estímulo vuelve a sonar ahora con más fuerza. Así, según algunos expertos, Washington se podría ver obligado a incrementar el rendimiento ofrecido por sus bonos para que el mercado pueda seguir absorbiendo el papel o buscar fuentes de financiación alternativas como los bonos blindados contra la inflación.
Las preocupaciones surgidas a raíz de la ausencia de China reflejan también temores acerca de la solvencia de EEUU, según señalan algunos expertos al diario The Wall Street Journal. Pero los chinos también están en un aprieto. Si siembran dudas sobre la solvencia de EEUU corren en riesgo de ver como cae el valor de la deuda estadounidense que posee y que asciende a 800.000 millones de dólares (es el mayor prestamista del país).
La estrategia de Beijing es un secreto muy bien guardado y los analistas tienen muchas dificultades para identificar cualquier signo que muestre un cambio de tendencia en sus inversiones. China ha manifestado en reiteradas ocasiones su preocupación por la seguridad de los bonos estadounidenses y que mantenga estable su moneda.