China mantiene por el momento su condición de principal prestamista de EEUU, según los últimos datos hechos públicos por el Tesoro del país norteamericano. Pero su puesto parece seriamente amenazado por Japón.
En los últimos meses los inversores nipones, especialmente los fondos de pensiones, han mostrado un gran interés en adquirir deuda estadounidense. Quizá porque a pesar de la evolución no siempre favorable del tipo de cambio y la baja rentabilidad que ofrecen los ‘treasurys’, el margen les favorece por comparación con los bonos públicos nipones, cuya rentabilidad se mantiene casi en tasas negativas.
Esta sería una de las explicaciones que encuentran los analistas para justificar el récord histórico alcanzado por la deuda pública viva en manos de inversores japoneses que suma ya 1.096 billones de dólares, una cifra ligeramente superior al PIB español de un año y que continua en aumento.
El insólito guarismo japonés se acerca cada vez más a los 1,179 billones de dólares que mantienen en su poder los inversores chinos, según la misma estadística oficial, correspondiente a los datos cerrados en el mes de enero de este año.