Greg Smith le ha costado a Goldman Sachs, el banco para el que trabajó más de una década y al que ayer acusó públicamente de despreciar a sus propios clientes, 2.150 millones de dólares (1.650 millones de euros). No hablamos de su sueldo, hablamos de los efectos que tuvo su confesión.
Después de que el diario The New York Times publicase una carta de Smith en la que éste acusaba a la entidad de mofarse de sus clientes mientras no dedicaba «un solo minuto» a preocuparse por sus problemas financieros, las acciones de Goldman Sachs comenzaron a desplomarse en Wall Street.
Al cierre del miércoles en los mercados estadounidenses, el valor del banco había caído un 3,4% en el índice Standard & Poor’s 500, hasta los 120,37 dólares por acción. Esta caída -la tercera más significativa de un índice que aloja a 81 valores- conllevaba una pérdida de 2.150 millones de dólares. En cualquier caso, las acciones de Goldman Sachs mantienen una ganancia del 33% en lo que va de año.
Las acusaciones realizadas ayer por Smith (ante las que el banco simplemente comentó no estar de acuerdo) tuvieron un gran efecto en el entramado financiero internacional. Mientras algunos traders comentaban que no había nada nuevo bajo el sol y decían no entender todo el revuelo formado, otros analistas argumentaban que la carta de Greg Smith era un ataque frontar a la codiciosa forma de operar por parte de Wall Street.