Angela Merkel fue regada, literalmente, con cerveza. Aunque por equivocación, el gesto no ha pasado desapercibido en las televisiones de Grecia, donde últimamente a la canciller del país centroeuropeo no se la tiene en muy alta estima.
La que según la revista Forbes es la mujer más poderosa del mundo aguantó estoica el semblante después de que un camarero, que iba a servir la bebida durante una reunión política con motivo de la festividad del Miércoles de Ceniza celebrada en la ciudad norteña de Demmin, perdiese el equilibrio y tirase sobre su cuello una serie de vasos cargados de líquido dorado.
Aunque la presidenta de Alemania restó importancia al suceso y continuó con la ceremonia como si nada, en el país mediterráneo más castigado por la crisis de deuda, y que ha tenido que imponer severas medidas de austeridad por exigencias de Berlín, la secuencia ha sido todo un éxito.