¿Viola Google las reglas de la libre competencia cuando otorga un orden concreto a la presentación de las búsquedas que beneficia a sus anunciantes? Al menos, sus competidores no tienen la menor duda de que es así. Esta semana, los responsables del buscador tendrá que demostrar lo contrario en una audiencia pública ante un comité del Senado de EEUU que va a abordar la cuestión, en el que será probablemente el mayor reto al que se ha enfrentado en toda su carrera Eric Schmidt, el consejero delegado de la mayor compañía tecnológica del planeta.
Hace trece años, en una investigación de estas características, comenzó el principio del fin del dominio absoluto que mantenía Microsoft en el sector. Ahora podría pasar lo mismo, aunque los tiempos y las características del negocio son distintos. Aunque algo sí se mantiene, la figura del senador demócrata por Connecticut Richard Blumenthal, que en su momento fue catalogado por la prensa como la bestia negra de Bill Gates y que ahora puede jugar un papel parecido en el proceso contra Google.
Para los abogados de Google, las acusaciones son injustas porque los internautas pueden usar cualquier buscador de la competencia para conseguir los resultados que les parezcan convenientes si dudan de la limpieza de los resultados de Google. Para sus detractores, en cambio, la posición de dominio de Google es mayor que la que tuvo Microsoft durante su reinado. Al fin y al cabo, argumentan, los usuarios tenían que pagar para comprar el sistema operativo Windows.