El Fondo Monetario Internacional (FMI), que ahora lidera la abogada francesa Christine Lagarde, responsabilizó ayer a los analistas y los expertos del devastador impacto de la crisis económica. En un informe publicado ayer, que ha sacudido los cimientos de la comunidad financiera internacional, los expertos del fondo hacen autocritica y aseguran que la falta de acierto en las previsiones emitidas ha acentuado los efectos de una hecatombe financiera que debió ser detenida a tiempo.
Muchos expertos habían criticado ya en los últimos meses la labor de algunos gabinetes de análisis, oficiales y paraoficiales, que parecen dedicarse a elaborar previsiones al gusto de quien las encarga más que a dibujar un retrato lo más realista posible del panorama económico y los posibles peligros a los que habrá que enfrentarse.
Pero, hasta ahora, nadie había llegado tan lejos en la autocrítica como acaba de hacerlo el propio FMI en estos días previos a su próxima asamblea. Los fallos habrían sido especialmente graves en el caso de Grecia, según esta versión. Si se hubieran hecho unos análisis más pormenorizados antes de que estallara la crisis, el presente colapso se habría evitado.
De modo que, para los expertos del Fondo es urgente modernizar y los sistemas de análisis e idependizar a los gabinetes de los conflictos políticos y de interés que complican su tarea e impiden una realización efectiva y de calidad del trabajo que deben hacer. De modo que no habrían sido sólo las agencias de rating quienes erraron el tiro, también el resto de los economistas con capacidad para influir en la opinión pública. Con un par de excepciones, por supuesto.