“Siempre he dicho que si alguna vez llegaba el día en el que no pudiera cumplir con mis deberes como consejero delegado de Apple yo sería el primero en saberlo. Desgraciadamente ese día ya ha llegado”. Con estas palabras Steve Jobs ha presentado su renuncia como primer espada de Apple. Aunque no ha explicado los motivos de esta decisión, todo apunta a un empeoramiento de la salud. A sus 55 años lleva luchando desde 2004 contra el cáncer.
Este cambio histórico deja a la empresa bajo la conducción del director operativo, Tim Cook, una decisión aprobada por la empresa a propuesta de Jobs, que seguirá como presidente del consejo de administración.
Cook, de 50 años, era considerado por muchos como el principal candidato para suceder a Jobs, que ha estado bajo licencia médica desde enero. El veterano de 13 años de Apple, quien se unió a la empresa un poco después de que Jobs asumiera el mando de la compañía por segunda vez, en 1997, había estado dirigiendo las operaciones diarias durante este período, como lo hizo durante las dos ausencias previas de Jobs por razones médicas en los últimos siete años.
El momento del anuncio, sin embargo, fue una sorpresa y plantea interrogantes sobre la salud de Jobs, quien fue diagnosticado con un extraño tipo de cáncer de páncreas en 2004 y tuvo un trasplante de hígado hace dos años. Jobs no ha hablado de su estado desde que anunció en una carta en enero que se tomaría otra licencia médica para «enfocarme en mi salud».
El valor de las acciones de una de las compañías más influyentes del planeta bajó poco más del 5% en los after hours. Apple se convirtió la semana pasada en la empresa más valiosa del mundo tras superar a Exxon Mobil.