Durante más de una década, a partir de inicios de 1990, la inflación en EEUU se moderó a la vez que los trabajadores chinos y de otros países en desarrollo que ganaban salarios bajos se sumaban a la economía global y producían una ola de productos baratos. La tendencia ayudó a que la Reserva Federal estimulara la economía mediante bajos tipos de interés. Esa época, sin embargo, parece haber llegado a su fin, según apunta The Wall Street Journal.
Los precios de las importaciones estadounidenses, sin tener en cuenta el petróleo, subieron 8% en los últimos 24 meses, un cambio histórico con respecto a la tendencia decreciente de las dos últimas décadas. El aumento es mayor aún cuando se incluye el crudo, cuya cotización ha subido debido a la inestabilidad en Medio Oriente y a la demanda global.
El cambio es parte de una transformación más amplia de la estructura de la economía estadounidense y su lugar en el mundo, añade el diario. El proceso generará dolor además de beneficios. Durante años, los estadounidenses vivieron una verdadera fiesta de las importaciones baratas, que se beneficiaban de la subvaloración del yuan. Eso alimentó los grandes déficits comerciales que acumuló el país. La mayoría de los economistas cree que EEUU necesita consumir menos importaciones y exportar más.
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La inflación ‘made in China’ golpea a EEUU
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