La primera revisión del crecimiento del PIB en EEUU en el último trimestre de 2009 ha respondido a las expectativas de los analistas y ha situado el guarismo en el 5,9% desde el 5,7% registrado en la primera estimación. La cifra, aún no definitiva, supone la mayor cifra de los últimos seis años y, sin embargo, no supondrá un punto de inflexión para el empleo.
El problema parece estar en la raíz, casi técnica y contable, de este sorprendente crecimiento. Las empresas han tenido que renovar sus inventarios, por fin, y como consecuencia del final de la liquidación del excedente han aumentado la inversión (ver apoyo). Esta circunstancia resta brillo al dato, especialmente desde el punto de vista que más preocupa ahora a la población del país y a Barack Obama: la creación de empleo.
Tras esta revisión el dato anual mantiene su dimensión histórica. En 2009, la economía estadounidense experimentó una contracción del 2,4%, la mayor desde el 10,9% registrado en 1946.
Por ahora, como resultado del trienio largo que acumula ya la crisis, el gráfico que mide las oscilaciones del PIB de EEUU en este tiempo, aún marca una clara línea decreciente, en la que este último dato marcaría el punto más bajo de un descenso que se inició en 2007, cuando la economía estadounidense logró crecer un 2,1%, se acentuó en 2008, cuando este saldo positivo quedó limitado al 0.4% y habría concluido por fin su declive.
Al menos, si se confirman las previsiones presentadas oficialmente esta semana por el presidente de la FED, Ben Bernanke. El presidente del mayor banco central del mundo ha explicado en sus dos comparecencias semestrales consecutivas ante los comités financieros del Congreso y el Senado, que el PIB de EEUU se expandirá este año en un guarismo comprendido entre el 3% y el 3,5%.
Pero también ha dejado claro que esos números reflejan en realidad un crecimiento aún débil e insuficiente para asegurar la rápida reposición de los puestos de trabajo perdidos como consecuencia de la gran crisis bancaria que ha empobrecido al mundo.
Este llamamiento a la cautela se ha visto confirmado hoy por el dato de las ventas de viviendas correspondiente al mes de enero presentado por la Asociación Nacional de Corredores Inmobiliarios.
La cifra ha registrado una caída interanual del 7,2%, muy alejada de la previsión de los analistas que apostaban por un aumento del 0,19%. Este número negativo parece demostrar, según los críticos, que, al menos por el momento, los incentivos fiscales concedidos al sector por Washington no acaban de funcionar.
La necesidad de reponer existencias tras el intenso vaciado de almacenes efectuado por las empresas de EEUU en los trimestres anteriores del año ha beneficiado al dato del PIB.