Varias diócesis del Estado de Texas aseguran que no permitirán “ninguna violación de los derechos humanos”. La Iglesia Católica de Texas parece haber tomado el partido que otras órdenes no han realizado, y a través del obispo de El Paso, Mark J. Seitz, ha mostrado su apoyo a las personas migrantes señaladas por el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
“Nos preocupa enormemente la forma en la que se ha expresado en cuanto a los inmigrantes y refugiados y, por ello, las medidas que podrá poner en marcha contra ellos. Antes que nada, no permitiremos ninguna violación de los derechos humanos”, afirma.
En una entrevista concedida a la revista Vida Nueva, Seitz asegura que no pone el grito en el cielo porque en Estados Unidos existe “un sistema de controles y equilibrios para que los derechos de los individuos sean salvaguardados”. Aun así, sus mensajes han ido en camino de ahuyentar el miedo que se ha instalado entre sus fieles.
Hay que tener en cuenta que a El Paso (Texas), llegan cada día más de 300 inmigrantes. Unos 100.000 cada año, de los cuales cerca de 60.000 son repatriados por el Servicio de Inmigración y Aduanas. Hambre, pobreza, desigualdad, tragedia, violencia y miedo campan a sus anchas en la ciudad construida a orillas del Río Bravo, al otro lado del cual se encuentra Ciudad Juárez, una de las ciudades más peligrosas de México.
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