Sao Paulo y Brasilia han sido las ciudades donde mayor número de manifestantes se ha congregado para pedir la destitución de la mandataria brasileña. Después de que 800.000 brasileños, según medios locales, salieran a la calle para pedir cambios en el Gobierno y un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, la mandataria ha optado por convocar sus propios actos en apoyo de la líder del Partido de los Trabajadores (PT).
En concreto, el próximo jueves, tanto el PT como los movimientos afines al Ejecutivo de Rousseff han convocado actos en todo el país “en defensa de la democracia” y “contra el golpe” como ellos mismos han tildado las movilizaciones. Esta ha sido la única respuesta directa por parte del Gobierno, pues ante las movilizaciones, lo único que hizo el titular de Información, Edinho Silva, fue asegurar que las protestas prueban la normalidad democrática que vive el país.
En cualquier caso, según recogen diversos medios internacionales, aunque las propuestas no han estado en cotas de marzo si que han sido más apoyadas que las del pasado mes de abril. Desde entonces, el respaldo a la mandataria ha ido en descenso y tanto ella como el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva han visto muy mermada su buena imagen.
Las principales críticas tenían que ver con la corrupción en laempresa estatal Petrobras, que involucra a dirigentes de la organización de Rousseff y su padrino político y la crisis en la que se ha sumergido el otrora país mejor posicionado de Latinoamérica, que se espera que este año caiga aproximadamente un 1,5%.
Según los medios locales, Sao Paulo y Brasilia han sido las ciudades donde mayor número de manifestantes se ha concentrado, en la primera unos 350.000 y en la segunda 25.000. Al grito de ‘Fuera Dilma’, los brasileños han criticado que los únicos que están viviendo los recortes por parte del ministro Joaquim Levy sean las clases medias, protagonistas de las manifestaciones.
Otros señalaban que la situación era inaceptable y no podían seguir callando, mientras que otros iban incluso un poco más allá y pedían la intervención del Ejército para “eliminar a todos y cerrar la Cámara y el Senado”.
Parece que esta no es más que otra muestra de la crisis que vive el país, pues la mandataria insiste en que solucionará la crisis, descartando por completo que vaya a renunciar y asegurando una y otra vez que no va a caer.