El presidente del BCE se reúne hoy con el gobernador del Banco de Grecia, Yannis Sturnaras, para abordar posibles medidas para el caso de que los bancos griegos necesiten liquidez. Las elecciones de Grecia no sólo se han convertido en una nueva fuente de inestabilidad en los mercados ante los rumores de una salida del país del euro (‘Grexit’), sino que además podrían retrasar el anuncio de las esperadas medidas de estímulo del BCE. La institución celebrará su próxima reunión de política monetaria el próximo 22 de enero, mientras que los comicios griegos están previstos para tres días después, el 25, y cada vez son más las voces que apuntan a que Mario Draghi podría esperar acontecimientos antes de tomar una decisión.
“La decisión del BCE es complicada”, señala Nick Parsons, jefe de Estrategia de Mercados del National Australia Bank en declaraciones a la CNBC. “El BCE se enfrenta a una situación muy difícil en la que puede anunciar que se va a ofrecer a comprar bonos de un país que, potencialmente, tal vez abandone la zona del euro poco después. Igualmente si decide que no va a comprar, podría ser acusado de interferir en el proceso democrático en Grecia”, señala este experto.
Parsons considera que el BCE hablará del ansiado QE (quantitative easing) en su reunión del 22 de enero, pero que no habrá ningún anuncio definido, lo que podría suponer una decepción para los mercados.
Los rumores sobre un programa de estímulos inminente ha sido alimentado por el propio Draghi, que una reciente entrevista al diario alemán Handelsblatt señaló que “estamos en preparaciones técnicas para ajustar el tamaño, la velocidad y la composición de nuestras medidas a principios de 2015 si resulta necesario reaccionar a un periodo demasiado largo de baja inflación. Hay unanimidad en el Consejo de Gobierno sobre esto”.
Ayer, el diario holandés Het Financieele Dagblad apuntó que el BCE contempla tres opciones para comenzar a comprar bonos: la primera pasaría por inyectar dinero en el sistema financiero haciendo que el BCE comprase directamente bonos gubernamentales en una cantidad proporcional a las tenencias de determinado Estado en el banco central.
Una segunda alternativa sería que el BCE comprase bonos gubernamentales exclusivamente con calificación ‘triple A’, haciendo bajar sus rendimientos hacia 0% o incluso a territorio negativo. La esperanza es que llevaría a los inversores a comprar deuda soberana y corporativa con mayor riesgo.
La tercera opción sería similar a la primera pero en este caso los bancos centrales de cada país harían las compras, lo que significa que el riesgo “en principio” quedaría en el país en cuestión.
Más allá de la caterva de rumores, está previsto que el presidente del BCE se reúna hoy con el gobernador del Banco de Grecia, Yannis Sturnaras, para abordar posibles medidas para el caso de que los bancos griegos necesiten liquidez antes y después de las elecciones si se produce una fuga de capitales.
El líder de Syriza, Alexis Tsipras, insistió este fin de semana durante su primer discurso de campaña en que un Gobierno de izquierdas no rompería el diálogo con sus socios, sino que negociaría “sobre una base realista”, y que exigirá “una quita de la mayor parte de la deuda, porque la deuda objetivamente no puede ser pagada”.