Vista de una calle afectada en Paiporta, tras las fuertes lluvias causadas por la DANA. EFE/Manu Bruque
Según los testimonios recogidos por la Guardia Civil y el Juzgado de Instrucción número 3 de Catarroja, muchas de las muertes se produjeron antes de que las autoridades enviaran el SMS de aviso a las 20:12 horas de aquel día.
La catástrofe dejó 224 fallecidos, tres desaparecidos y pérdidas materiales millonarias, marcando uno de los episodios más trágicos de los últimos años en la región.
Los relatos de los afectados son desgarradores. Madres, esposos, hijos y vecinos han narrado cómo sus seres queridos fueron sorprendidos por la fuerza del agua sin recibir advertencias previas que les permitieran ponerse a salvo.
Para cuando el mensaje de alerta llegó a los teléfonos móviles, muchas vidas ya se habían perdido en garajes anegados, viviendas inundadas y calles convertidas en torrentes incontrolables.
Una mujer relató cómo su marido, un policía de Benetússer, murió en el garaje de su edificio mientras intentaba ayudar a los vecinos atrapados por el agua. Poco después de las ocho de la tarde, una furgoneta arrastrada por la riada rompió la puerta del garaje, dejando paso a un torrente que anegó en segundos el recinto subterráneo.
Su esposo no logró salir con vida. El cuerpo fue recuperado al día siguiente por efectivos de la UME y la Guardia Civil.
Otro testimonio, igual de sobrecogedor, es el de una mujer que denunció la muerte de su padre, de 74 años, en Catarroja. Explicó que la última vez que supo de él fue cuando bajó al garaje para intentar sacar su coche alrededor de las 19:00 horas. Otros vecinos lograron escapar a tiempo, pero él no tuvo la misma suerte: su cuerpo fue hallado fuera del vehículo, probablemente arrastrado por la corriente.
La desesperación y el desconcierto también quedaron reflejados en el relato de un hombre de Massanassa, quien perdió a su padre en la riada. Sus progenitores bajaron al garaje poco después de las seis de la tarde, con la intención de proteger su coche.
La crecida del agua los sorprendió, dejándolos atrapados en una rampa. A pesar de resistir agarrados a una barandilla durante horas, su padre sufrió un desvanecimiento y fue arrastrado por la corriente. Su madre logró sobrevivir aferrándose al mismo soporte hasta que, ocho horas más tarde, fue rescatada por los vecinos.
Otro de los relatos que reflejan la magnitud del desastre es el de una mujer que intentó advertir a la cuidadora de su madre, de 91 años, del peligro que se cernía sobre la vivienda de la anciana en Catarroja.
A las 19:10 horas, la hija llamó por teléfono para avisar de que el barranco del Poyo se había desbordado y el agua comenzaba a invadir la zona. Minutos más tarde, la cuidadora envió un vídeo mostrando cómo la casa empezaba a inundarse.
Poco después, en una llamada desesperada, suplicó ayuda: su madre se estaba ahogando y ella temía correr la misma suerte. A la mañana siguiente, cuando bajó el nivel del agua, la hija encontró a su madre sin vida dentro de su hogar.
Las declaraciones de los familiares dejan en evidencia una realidad preocupante: la alerta oficial llegó demasiado tarde. Mientras las autoridades enviaban el SMS de emergencia pasadas las ocho de la noche, las aguas ya habían arrastrado coches, destrozado viviendas y cobrado la vida de decenas de personas. Para muchos, el aviso no sirvió de nada, ya que el desastre estaba en marcha desde varias horas antes.
Uno de los testimonios más reveladores es el de una mujer que llamó a su padre a las 19:30 horas para advertirle de la situación. Él, confiado, le respondió que solo había unos centímetros de agua en su casa. Segundos después, la comunicación se cortó. Al día siguiente, el cuerpo fue encontrado dentro de su bungalow en Catarroja, sumergido bajo el agua.
Otro hombre relató cómo su padre, alertado por una vecina, bajó al garaje a las 19:00 horas para mover su coche antes de que se inundara. En ese momento, la fuerza del agua lo sorprendió. Intentó escapar por la rampa, pero resbaló y fue arrastrado por la corriente. Su familia lo buscó desesperadamente, hasta que su cuerpo apareció dos días después.
Ante la magnitud de la tragedia, las familias han decidido acudir a la justicia para exigir explicaciones. ¿Por qué no se envió la alerta antes, cuando ya se sabía que la riada estaba causando estragos? ¿Hubo negligencia en la gestión del sistema de emergencias?
El Juzgado de Instrucción número 3 de Catarroja ha abierto una investigación para analizar los hechos y determinar si existieron errores en la gestión de la crisis. El retraso en la emisión del SMS es una de las principales incógnitas que se intentarán resolver.
La dana de Valencia quedará en la memoria de muchos como un desastre natural agravado por la falta de una respuesta rápida y eficaz. Para las familias de las víctimas, la lucha ahora es otra: evitar que algo así vuelva a ocurrir y que las vidas de sus seres queridos no se pierdan en el olvido.
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