El motivo, como señaló nuevamente Ruiz, es que después de que suceda un caso como ese, históricamente se ha producido "una parálisis" ya que nadie quiere asumir la responsabilidad de firmar una concesión. No obstante, añadió que, en parte, para atajar problemas como éstos, los países de la región estarían planteándose algunas medidas innovadoras.
De esta forma, quien también fue Secretario General de Economía Internacional y Competencia y Presidente del Comité de Política Económica de la Unión Europea desde 1991 a 1993, señaló que el BID está recibiendo peticiones de bancos centrales de Paraguay, Argentina, Uruguay o Ecuador para desarrollar por primera vez sistemas de moneda digital. Precisamente, en gran medida, porque éstos ayudarían a luchar contra fenómenos como la corrupción o el lavado de dinero.
Informe "Ahorra para Desarrollarse: Cómo América Latina y el Caribe pueden ahorrar más y mejor"
Ruiz Gómez hizo su intervención después de que sus compañeros del BID, Eduardo Cavallo y Tomás Serebrisky, presentasen el informe Desarrrollo en las Américas (DIA), que cada año analiza en profundidad un tema de interés para América Latina y El Caribe. En esta ocasión, bajo se centra en el ahorro, lo que sirvió a los dos economistas argentinos para apuntar que la región ahorra "poco y mal".
De esta forma, el 17,5% del Producto Interior Bruto (PIB) que América Latina destina al ahorro, es una cifra que tan solo está por encima de los datos del África subsahariana, y a más de 10 puntos porcentuales de las de Asía, así como a casi cinco de las que mantienen los países desarrollados. Como consecuencia, los dos economistas apuntaron que los países de la región no cuentan con recursos suficientes para financiar instrumentos claves para su propio desarrollo como la construcción de infraestructuras, que les permitirían incrementar su productividad y "tirar de la economía".
Para que ello fuese posible, Serebrisky y Cavallo incidieron en la necesidad de propiciar cambios en los marcos regulatorios de los diferentes países de la región para que, por ejemplo, éstos contasen con instrumentos financieros propios que les permitan canalizar el ahorro directamente a infraestructuras. También la necesidad de mejorar los instrumentos que ya existen para que se adapten a los sesgos de conducta de sus habitantes.
Asimismo, precedieron a Ruiz en su valoración de las transferencias y programas sociales que en principio deberían ir la población de menores ingresos, como por ejemplo los subsidios de energía, al señalar que hasta un 70% de las mismas se acabarían desviando de su propósito original. Un fenómeno que denominaron como "filtraciones" y que sería responsable de la 'pérdida' de hasta un 2,7% del PIB de la región que consideraron que estaría mejor destinado al ahorro.
Los dos economistas otorgaron de nuevo un papel clave a los sistemas financieros al apuntar que, a través de su rol de intermediación con la economía real, correspondería a éstos que el ahorro fuese canalizado a propiciar un aumento de la productividad. También consideraron necesario un cambio en el enfoque que los Estados y los propios organismos de desarrollo han mantenido durante estos años basado en el acceso de la población a financiación.
Los dos miembros del BID incidieron en que, ahora, es necesario cambiar ese enfoque para que dicho acceso se produzca al sistema formal y que éste pueda expandir su base de clientes. Al mismo tiempo, apuntaron que en la región también se deberían perseguir aspectos como el cumplimiento de los contratos financieros y conseguir mejorar la calidad de la información financiera.