Su aplicación será, según los especialistas, el proceso más complejo a ejecutar en la historia de la salud pública de la isla en todos los tiempos. Algo similar a un mecanismo de relojería en que una pieza no ajustada provocará un desajuste en su procedimiento. Y los hay por ahí, que cuando los cubanos hablamos de un plan a cumplir nos devuelven una risotada.
A la par de ellas, habrá que llevar a cabo un proceder más que organizado, de excelencia.
Hasta hoy, sus principales responsables no han podido determinar con total seguridad el por ciento de efectividad y el tiempo de inmunización.
Rumores populares, avalados según algunas lenguas de batas blancas, han referido un 60% de efectividad en los estudios iniciales. Tal vez por ello u otras razones de mayor peso, se le ha trasladado oficialmente a la población que la Organización Mundial de la Salud reconoce que más de un 50% resulta alentador en el combate contra el virus.
Cuba, por diversos motivos, se ha negado a comprar o recibir vacunas de otros laboratorios. La apuesta inicial fue a por la local. Y parece lo va a lograr a un coste no muy elevado también para los turistas que la visiten en la próxima temporada.