De otro modo pensarán quienes asistimos a una de las mejores galas o conciertos jamás realizados por la televisión cubana. Una super producción y puesta en escena de primer mundo, con un derroche de tecnología y buen oficio en su concepción y dirección. Y ello, tiene un nombre: Ana María Rabasa, hoy por hoy una de las más destacadas realizadoras de musicales en la isla si acaso no sea la primera sin desdorar a otros profesionales.
Más allá de las cualidades artísticas o vocalistas de la Altieri, su mayor virtud fue apostar por esta isla del Caribe y lograr un notable acercamiento musical entre ambos pueblos cuando llegó a La Habana en el distante 1976 y establecerse en ella.
En el teatro lo recordaría este día de cumpleaños. A recibirle en el aeropuerto fueron dos divas de la cultura. La fallecida vedette Rosita Fornés y esa gloria viviente nombrada Omara Portuondo.
No hubo un solo error en el ya memorable espectáculo musical y sí muchos aciertos en la selección de los artistas invitados que contó con el cuerpo de baile de Tropicana y quienes hablaron de la grandeza y buen corazón de la italiana que a muchos les tendió su mano, además de un vestuario de lujo de diez sobre diez.
Noche inolvidable muy probablemente para Roberto Vellano, embajador de Italia; Lis Cuesta, esposa del presidente de la República, y también para otra mujer que ocupaba luneta junto a la multitud: Dalia Soto del Valle, viuda de Fidel Castro.
No hay de otra. Fuerte ovación hacia Lucia Altieri y Ana Rabasa que en su andar habrá que retirar con prisas el sombrero y permitirles su encomiable paso.