Algo de alegría resulta la mejor receta, además de exquisito manjar para una masa cerebral a punto de colapsar ante tantos contratiempos y burocracia de altos quilates.
La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) no pronostica nada bueno al informar que nos espera un nuevo año igual al anterior. Aguardemos qué nos dicen nuestras autoridades.
Y ahí está, loca de contenta, esa pobre anciana que le han puesto en puerta de casa toda una señora factura que han pagado sus hijos desde la cercana Miami. Nada en especial ni extraordinario. Lo cotidiano por no decir lo absurdo: azúcar, arroz, aceite, tres kilos de carne de cerdo, puré de tomate, huevos, café y unos turrones de Jijona para que recuerde desde una ventana que se aproxima la Navidad.
Optimistas poco exigentes no faltan en el elenco. No precisan que nadie se les acerque con una nueva buena. Se la proporcionan ellos mismos cuando al despertar cada día comprueban que tienen salud. Vida, en otras palabras.
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