No hablo de la política venezolana ¡No! Hablo en general
¿Es tan difícil entender que las transiciones son procesos relativos a un colectivo, con fines variados precisos de diversa naturaleza, compromisos formales y manejo estratégico (es decir, planteado a largo plazo)?
Una transición ni se personaliza, ni es solo para salir de lo existente
Claro que el liderazgo personal existe; pero, no es lo que explica una transición. Es multidimensional y eso exige conocimientos y experticias variadas. El carisma como modo político no ayuda. ¡Ah! Y no es asunto de dos-tres años.
Por cierto, ese inicio es crucial; pero, no lo es todo
Es tiempo de ampliación de la base social, de formulación estratégica afinada, de compromisos firmes y de organización y gestión de arranque y de continuidad. Al igual que otros procesos sociales relevantes, no es un proceso banal.
¡Hay más! Se requiere compromisos formales y gestión estratégica
Es un proceso prolongado. Iniciar, consolidar y mantener una democracia no es soplar y hacer botellas. Insistiremos en lo ineludible de un pacto formal, con cláusulas penales. Y la panoplia de planes y calidad de la gestión, a varios plazos.
¿Todavía insistimos en ver las transiciones solo como un “big bang”?
¿O solo como hecho político? ¿o solo político y económico? ¿Basado en un “papirruqui” carismático? ¿Por la libre? ¿O ceñido a normas claras y obligantes? ¿Solo por un tiempito? ¿O con una planificación por etapas y fin amplio claro?
Lo que aspiro con este artículo es desechar y sepultar equívocos frecuentes
Hay mucha ignorancia, saber convencional, reduccionismo, liviandad, intereses espurios, veleidades carismáticas o de clanes, apuros, improvisación, desorden, rechazo a la formalidad, inmediatismo, impericia, etc., a desechar y sepultar.
¿Por qué, si el Estado nos incumbe a todos, lo trozamos a favor de una casta?
Ni “fin de la historia”, ni deriva fatal. La democracia, el mercado, las instituciones efectivas, la cultura política y económica, la ingeniería social y otras acciones selectas esperan por nuestra guía apropiada: una “Nueva Transitología”.