Las elecciones de este domingo en Castilla y León han supuesto un auténtico jarro de agua fría para la dirección nacional del PP. Pese al discurso triunfal de Génova, la realidad es que ha perdido votos respecto a la pasada cita en las urnas de 2019. Su plan de dar más estabilidad al gobierno autonómico se ha desmoronado ante el ascenso de Vox. A los populares no les queda otra, con los números en la mano, que depender de lo que haga la derecha extrema.
El futuro ejecutivo de esta comunidad está en manos de los de Abascal. Y es que, el PP se ha quedado lejos de la mayoría absoluta, incluso de una mayoría holgada. Sus 31 procuradores no son suficientes y queda a merced de lo que hagan los 13 representantes logrados por Vox.
Ante esto, en las últimas horas la dirección del PP se aferra a la tesis de un gobierno en solitario. No quiere compartir poder con el partido de ultraderecha. Y así lo ha defendido desde que se conocieron los resultados anoche. “El compromiso del Partido Popular es hablar con todos, con todos los partidos políticos, también vamos a hablar con Vox”, ha asegurado esta mañana el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Montesinos en una entrevista en La Hora de la 1.
Según ha destacado, el objetivo “claro” y “nítido” de su formación pasa por “lograr un gobierno del PP”. Sin socios. Un escenario que se antoja bastante complicado a tenor del reparto de procuradores que ha dado el anticipo electoral forzado por Alfonso Fernández Mañueco. No obstante, este último no ha descartado ningún escenario. Tampoco un acuerdo con el PSOE. Algo que no entra en los planes de los socialistas.
Desde Génova, el secretario general del partido, Teodoro García Egea, ha sostenido que la ronda de contactos que va a iniciar Mañueco busca “dar estabilidad” y “tener un gobierno del PP”. “Las experiencias de gobiernos de coalición, como es el caso del gobierno nacional, no han traído más estabilidad ni más prosperidad, sino todo lo contrario”, ha señalado en una entrevista en Espejo Público.
En su opinión, “es el momento de que Mañueco pueda gobernar sin ataduras, pero comprometiéndose con un programa cierto y con un rumbo fijo”. Según ha apuntado, “ese inicio de contactos con tolas las fuerzas políticas nos pueden llevar a un gobierno amplio, estable, asentado en una mayoría parlamentaria que permita llevar a cabo las transformaciones que Castilla y León está demandando”.
La tesis de Génova deja un solo escenario: un acuerdo de investidura.
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