El conjunto de bonos denominados en euros que ofrecen rentabilidad negativa se redujo al mínimo en más de un año en octubre, con los inversores aumentando su apuesta de una subida de tipos del BCE y arrastrando al alza los rendimientos de los bonos.
Los datos de Tradeweb publicados esta semana muestran que el grupo de bonos soberanos de la zona del euro con rendimientos inferiores a cero fue el más pequeño desde mayo de 2020, con 4,9 billones de euros. La cifra supone un 54% del mercado total, frente al 60% de septiembre.
Un fenómeno similar se observa en los bonos corporativos con grado de inversión. La deuda empresarial en euros con rentabilidad bajo cero se situó en 958.000 millones de euros, lo que supone la cifra más baja desde julio de 2020. La cartera de deuda en negativo supone un 26% del mercado total, diez puntos porcentuales menos que en septiembre.
“Actualmente, la inflación de la zona euro se mueve en cotas que no se registraban desde hacía trece años. Si nos fijamos en las perspectivas a largo plazo de los mercados, evidenciadas en los swaps de inflación a cinco años, la inflación se sitúa por encima del objetivo del 2% fijado por el BCE”, explica Olivier de Berranger, director de gestión de activos en La Financière de l’Echiquier (LFDE). “He aquí por qué los mercados de renta fija descuentan ya una primera subida de los tipos de referencia en el verano de 2022. Sin embargo, recientemente el BCE descartó esta hipótesis”.
“Hemos hablado de inflación, de inflación y también de inflación”. Con esta frase resumió Christine Lagarde el contenido de los debates que tuvieron lugar durante la última reunión del BCE. De hecho, el término inflación se empleó nada menos que 65 veces durante esta conferencia de prensa, destaca Berranger.
Para el experto de LFDE “cabe preguntarse está errando en sus apreciaciones en relación con la naturaleza más estructural de esta ola inflacionista. Cuanto todos los agentes económicos incorporan esta nueva situación en sus razonamientos, indudablemente entran en juego efectos de segundo orden”, advierte.
Así, “los inversores buscarán activos capaces de resistir un ciclo más inflacionista, como empresas en disposición de incrementar los precios de sus productos. Los hogares, por su parte, tratarán de negociar incrementos salariales para proteger un poder adquisitivo que se ve erosionado. Por último, las empresas, que hasta ahora estaban absorbiendo los mayores costes por el efecto volumen relacionado con la fuerte demanda tras la reapertura, con toda seguridad van a empezar a repercutir estos incrementos sobre el precio de los bienes y servicios para preservar, incluso aumentar, sus márgenes”.
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