Es una acometida neofayoliana. Un ciclo integral de la gestión. Nada al azar
El énfasis es organizativo y funcional. La “previsión” fayoliana se desdobla en dos fases: Prospectiva y Estrategia. Se reconoce la Alta Dirección. Vital, la coordinación en la gestión de ejecución. Y siempre, evaluar, controlar y reiniciar.
El azar en la gestión política representa muchos riesgos éticos, políticos y en el bienestar
El antídoto es la institucionalización. Lo intuyeron, con claro éxito, los padres fundadores estadounidenses: los “checks and balances”. Que deben funcionar como proclamado. No lo hacen favorablemente en la Unión Europea. Hay mucho por hacer.
Como el azar, la insuficiente estructuración también hace daño
En el caso nacional venezolano, en la “normativa” del pospuntofijismo –una Transición Retrógrada- la Comisión de Finanzas de Diputados (Cámara Baja) era la guinda del cóctel: no había planes y presupuestos que valieran, la real decisión era en ese cenáculo.
La sabia estructuración es un bien superior. La democracia no pertenece a los políticos
Hay que repetirlo como un estribillo: la democracia no es un asunto de los políticos: lo es de ciudadanos, políticos, tecnoestructuras y burócratas operacionales. No es un juego de un solo actor. Ni ese actor es predominante. De serlo (que lo es) estamos frente a un sesgo.
El proceso para un gobierno así sí existe. Lo practicamos en el nivel local venezolano
Ahora lo llamamos “Democracia Profesional”. Se trata de procesos altamente estructurados de gobierno, instrumentados a partir de una “Función de Preferencias Ciudadanas” formulada participativamente.
Empezar bien y terminar mejor
O nunca acabar. El ciclo virtuoso es iterativo. Con base en la estructuración formal, lo garantizan los iniciadores, protagonistas y administradores del know-how del cambio societal. Debe haber un Manual. El “como vamos viendo, vamos yendo” sobra y molesta.