La misión Mars 2020, que forma parte del Programa de Exploración de Marte de la NASA, consiste en enviar a Perseverance en busca de signos de vida antigua en el planeta. Para ello cuenta con instrumentos científicos y sistemas diseñados para caracterizar la geología y el entorno atmosférico de Marte y detectar señales de vida microbiana pasada.
Con unos 5,5 kg de peso, MEDA consta de siete sensores que servirán para caracterizar la atmósfera de Marte
Uno de los siete instrumentos a bordo es MEDA (analizador de dinámicas medioambientales de Marte, por sus siglas en inglés). Con unos 5,5 kg de peso total, consta de siete sensores que servirán para medir la dirección y velocidad del viento, la temperatura del suelo y del aire, la humedad relativa, la presión atmosférica, la radiación solar incidente en los rangos ultravioleta, infrarrojo y visible, las propiedades del polvo en suspensión y, además, dispone de una cámara para tomar imágenes del cielo y las nubes marcianas.
El principal objetivo de MEDA es la caracterización de la atmósfera marciana. Sus datos ayudarán a mejorar y refinar los modelos atmosféricos del planeta, lo que permitirá predecir el clima y será de gran valor para preparar futuras misiones tripuladas. También servirán para estudiar en profundidad el papel que desempeña el polvo marciano en los procesos químicos que tienen lugar en la superficie y en la atmósfera, y que afectan a la temperatura y al clima.
Asimismo, serán de gran ayuda para estudiar la radiación procedente del sol y del espacio, que puede alterar los rastros de cualquier vida pasada en las rocas de Marte. Por último, darán información sobre cómo se produce el intercambio de vapor de agua entre el suelo y la atmósfera marciana.
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Imagen de los sensores de MEDA situados en el mástil de Perseverance. / NASA/JPL-Caltech.
Puesta en marcha de MEDA tras amartizaje
Una vez confirmado el aterrizaje exitoso de Perseverance a las 21:55 h (hora peninsular española) del 18 de febrero en el cráter Jezero, comenzó el procedimiento de puesta en marcha de todos los sistemas. El 20 de febrero, a las 02.00h de la madrugada, se encendió MEDA para confirmar que el sistema estaba sano y salvo: todos los sensores del instrumento funcionaban con normalidad.
Aún queda el despliegue del sensor de viento, que debe abrirse con un mecanismo tipo ‘navaja’ complicado hasta adoptar su posición final
Como señala José Antonio Rodríguez Manfredi, investigador del CAB y principal de MEDA, lo complicado de este evento proviene de que, para que ese despliegue ocurra, “un dispositivo interno cortará por estrangulamiento el tornillo de fijación que lo mantiene plegado, y un resorte lo abrirá bruscamente”.
“Toda esta secuencia de eventos, que dura menos de un segundo, puede generar importantes cargas que podrían dañar al sensor. Tras ese ‘segundo de terror propio de MEDA’, el instrumento español quedará totalmente listo para contribuir a la exploración que Perseverance realizará durante los próximos años”, señala el investigador.