«Durante un corte total prolongado del gas ruso, los países más vulnerables de Europa central y oriental podrían enfrentar una escasez total de gas y sufrir pérdidas del PIB de hasta un 6%», advierte el FMI en referencia a países como Hungría, Eslovaquia o República Checa.
Asimismo, el informe del FMI advierte de que el impacto sobre las economías de Austria, Alemania e Italia «también sería significativo», al restar alrededor de un 3% al PIB, aunque subraya que dependería de la respuesta política y la naturaleza exacta de los cuellos de botella restantes y otras fricciones en el momento de producirse el cierre y, en consecuencia, la capacidad de ajuste del mercado.
En el caso de países como España, Francia o Portugal el efecto adverso del cierre del grifo del gas ruso sería mucho más limitado, con un impacto negativo estimado de alrededor de un punto porcentual.
«Reino Unido, Irlanda, España, Portugal, Suecia y Dinamarca, con poca dependencia del gas ruso, podrían adaptarse a tal interrupción del suministro», sostiene el FMI, añadiendo que, dada su baja capacidad de almacenamiento, cualquier acumulación o reducción de inventario en estos países tendría poco impacto en el resto de Europa.
No obstante, los autores señalan que estos impactos estimados podrían mitigarse asegurando suministros y fuentes de energía alternativas, aliviando los cuellos de botella de las infraestructuras, fomentando el ahorro de energía mientras se protege a los hogares vulnerables y ampliando los acuerdos de solidaridad para compartir el gas entre países.