Se alquila
Muchas de las personas que viven de alquiler son especialmente vulnerables a la crisis del covid-19, considera el FMI, ya que trabajan con más frecuencia en industrias de contacto intensivo, están en las primeras etapas de su carrera con poca seguridad laboral y, en general, tienen menos acceso al teletrabajo. “Se espera que sus ingresos tarden varios años en recuperarse, y la vuelta a la normalidad tardará probablemente más tiempo para los que tengan que hacer la transición a nuevos sectores”.
En ese sentido, “es probable que se intensifiquen las tendencias de divergencia económica y desigualdades que ya existían antes de la pandemia”.
El FMI reconoce que abordar este problema “es difícil”, pero en general apuesta por políticas “que mejoren las oportunidades de ingresos a largo plazo para los hogares de bajos ingresos y los jóvenes, de modo que se beneficien de la transformación estructural de la economía”.
La “herramienta política inmediata más poderosa” es aumentar los niveles y la cobertura de los subsidios para los colectivos más vulnerables. “Esta medida se presta a un despliegue rápido y a una focalización eficaz”, creen los autores del informe. “Proporcionaría apoyo durante la recuperación y más allá, y reduciría los gastos de alquiler de las familias con bajos ingresos en cualquier lugar del mercado privado”.
Los gobiernos también deberían poner en marcha “iniciativas que aumenten la oferta de viviendas asequibles” para aliviar las presiones de la demanda de forma más permanente. En particular, los gobiernos podrían invertir más en viviendas de alquiler social, especialmente en aquellos lugares en los que el stock ha ido disminuyendo y es escaso.
También podrían ajustar los incentivos financieros, por ejemplo, “gravando las propiedades desocupadas” y “desviando algunas subvenciones a la vivienda de las que favorecen los alquileres elevados”.
Por el contrario, los autores del FMI creen que “no hay pruebas claras de que los controles de los alquileres hayan conducido a una reducción de los mismos, más bien parecen estar asociados a una menor oferta de viviendas”. En comparación con otras políticas de vivienda, “crean más distorsiones” en la oferta y más mala asignación de la vivienda.
De acuerdo con el FMI, en Europa un hogar típico que alquila gastó alrededor del 25% de sus ingresos en el alquiler en 2018, mientras que una familia joven pagó casi un tercio de sus ingresos en el alquiler. Para un hogar en el 20% más bajo de la distribución de ingresos, la parte de los ingresos necesaria para el alquiler era mucho mayor, un 40%.
Este 40% es el umbral para que un hogar se considere sobrecargado por el pago del alquiler. “Es sorprendente que en casi tres cuartas partes de los países analizados, cerca de la mitad o más de los inquilinos de bajos ingresos estaban sobrecargados en 2018”, señala el FMI, que recuerda que en capitales como Madrid, Dublín o Lisboa el aumento de los precios de los alquileres “superó varias veces el crecimiento de los alquileres a nivel nacional”.
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