La industria vinícola global enfrenta uno de sus peores momentos desde hace más de seis décadas. La OIV, con sede en Dijon, ha publicado un informe demoledor: el consumo mundial de vino en 2024 ha descendido a niveles no vistos desde 1961. Esta situación ha encendido las alarmas en el sector, que también se ve afectado por una caída significativa en la producción y por el aumento de la incertidumbre debido a nuevos aranceles en EEUU, el mayor mercado en valor.
Según el director general de la OIV, John Barker, la disminución del consumo se debe a una combinación de factores:
Cambios generacionales en las preferencias de bebidas.
Aumento de precios por la inflación global.
Reducción del poder adquisitivo en varios mercados.
En Estados Unidos, el mayor mercado vinícola por valor, el consumo cayó un 6 %, mientras que en Francia, descendió un 4 %. Estos dos países, pilares del comercio del vino, muestran un claro retroceso en la demanda.
“Cualquier tipo de barrera genera distracción en el mercado”, advirtió Barker, en referencia a los nuevos aranceles de EEUU
Uno de los elementos más preocupantes para el sector es la introducción de aranceles estadounidenses del 10 % al vino, medida que, aunque aún no afecta drásticamente al estatus de EEUU como principal mercado por valor (6.300 millones de euros), genera incertidumbre a nivel internacional.
Actualmente, el 47 % del vino producido en el mundo se exporta, lo que convierte a cualquier medida proteccionista en un riesgo directo para el comercio global del sector.
La producción mundial de vino también sufrió un revés en 2024, situándose en 225,8 millones de hectolitros, un 4,8 % menos que el año anterior. La OIV atribuye esta caída a los eventos climáticos extremos que afectaron la salud de los viñedos, generando dificultades en amplias zonas productoras.
A pesar de las adversidades, el comercio internacional de vino se mantuvo relativamente estable:
Volumen: 99,8 mhl (-0,1 %).
Valor: 35.900 millones de euros (-0,3 %).
Esta estabilización se produjo como consecuencia del aumento de precios debido a la baja oferta, lo que compensó en parte la reducción de la demanda.
Una nota positiva proviene de los países del hemisferio sur, cuya producción aumentará un 2,6 % hasta alcanzar los 47 millones de hectolitros. Se espera una mejor cosecha en Argentina, Brasil, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, aunque Chile reporta una caída en la producción.
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